Un búnker con boliche: cómo los ricos huyen del coronavirus - Los Angeles Times
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Un búnker con boliche: cómo los ricos huyen del coronavirus

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¿Desinfectante de manos? Seguro. ¿Máscaras faciales? Está bien. Pero a medida que se propaga el coronavirus, los ricos están invirtiendo de una manera mucho más extrema para evitar la enfermedad: los búnkers.

Las consultas y ventas se están disparando para búnkers y refugios en todo el país.

La mayoría viene equipado con sistemas especiales de filtración de aire, que los compradores creen que será útil para evitar un virus que, según los informes, puede permanecer en el aire durante varias horas.

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Y para aquellos que temen un colapso social más amplio en el futuro, una habitación segura y un año de comida puede brindarles tranquilidad.

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Los búnkers no son nada nuevo; decenas de miles de estadounidenses construyeron refugios privados para los efectos colaterales a medida que aumentaron las tensiones de la Guerra Fría a principios de los años 60.

En los lugares con tornados se mantiene una demanda constante de refugios resistentes al viento, por encima o por debajo del suelo, que generalmente cuestan entre $3,000 y $11,000, según HomeAdvisor.com.

Pero en una época gobernada por el capitalismo, los fabricantes están construyendo espacios seguros con servicios generalmente reservados para megamansiones.

Gary Lynch, gerente general de Rising S Bunkers, con sede en Texas, dijo que el teléfono ha estado sonando sin parar desde la semana pasada.

“Tan impopular como es el coronavirus, está recibiendo la publicidad similar a un éxito de Backstreet Boys en los años 90”, señaló. “La gente está enamorada con esta idea”.

Una de las primeras personas en llamar compró un búnker el mismo día. Poco después, un cliente de Japón ordenó 1,000 de los sistemas de filtración de aire NBC personalizados de la compañía.

A $3,000 cada uno, fue una venta de $3 millones.

Al igual que los utilizados en los hospitales, sus sistemas NBC estándar (que significa nuclear, biológico y químico) aspiran aire y eliminan partículas nocivas como bacterias o polvo nuclear, proporcionando aire limpio para hasta 15 ocupantes.

Revestidos en acero, los búnkeres vienen con una variedad de complementos como túneles de escape, puertas ocultas, vidrio a prueba de balas y portales de spray pimienta. Para aquellos con un poco más de dinero, Lynch y su equipo harán que el búnker se sienta como en casa.

“Los cines son comunes”, dijo. “Construimos uno en California que tiene un campo de tiro, una piscina y un boliche”.

La compañía tiene 24 opciones estándar, siendo la más pequeña de 8 por 12 pies. Completo con una cama litera, sistema de filtración de aire, cocina y baño, cuesta $39,500.

Otros modelos incluyen un búnker de 2,400 pies cuadrados por $539,000 llamado Eagle, un complejo con 42 literas, 15 habitaciones privadas, una sala de armas y un ‘panic room’ (cuarto de pánico o blindada) por $1,009 millones llamado Fortress.

El que tiene más comodidades es el Aristocrat. Con un precio de $8,35 millones, cuenta con gimnasio, sauna, piscina, jacuzzi, sala de billar, invernadero y garaje.

Lynch dijo que les lleva entre uno a dos meses, con seis a ocho trabajadores, construir una unidad de 10 pies por 50 pies. Para mantenerse al día con las órdenes, está contratando un segundo turno.

La demografía del comprador cambia con frecuencia. A veces se ve una oleada de jóvenes conservadores un mes y mujeres liberales de mediana edad al siguiente. Los compradores más comunes, dijo, son dueños de negocios.

“En 2008, hablé con un chico durante cuatro o cinco meses que estaba pensando en comprar un refugio. Creo que probablemente utilizó el coronavirus para convencer a su esposa, porque finalmente acaba de comprar uno”, dijo Lynch. “Así es como son la mayoría de los compradores; no se deciden por una sola razón”.

Ron Hubbard, CEO de Atlas Survival Shelters, se hizo eco del sentimiento y señaló que el brote ha ayudado a los compradores a decidirse a pedir un refugio.

Promociona un modelo llamado Safe Cellar, que es un espacio secreto instalado debajo de una losa de concreto de 28 pulgadas dentro de una casa. Se puede guardar debajo de la cocina, la sala de estar, el armario o el garaje y cuenta con una habitación segura, bodega, sala de armas y refugio para tornados.

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¿Miedo de sentirse solo durante el apocalipsis? La marca Vivos lo resuelve. La compañía vende espacios exclusivos en refugios comunitarios en lugares seguros de todo el mundo.

Su refugio subterráneo en Indiana tiene espacio para 80 personas con 120 pies cuadrados cada uno. Por $35,000, promete un año de supervivencia autónoma con literas tamaño queen, un tanque de combustible de 30.000 galones y comida por 12 meses. Construido durante la Guerra Fría, el refugio una vez gris ahora cuenta con una paleta de colores terrosos de 12 tonos que retocan espacios como un salón, comedor y cocina.

“Es acogedor”, dijo Robert Vicino, el CEO de Vivos. “Proporcionamos a las personas una sensación de comodidad”.

Las solicitudes de compra en Vivos han crecido un 1.000% año tras año, y las ventas aumentaron un 400% en ese mismo lapso, su comprador promedio ha cambiado de clase media a clase alta.

En estos días, los alojamientos están cerrados sin residentes, reveló Vicino, pero él y su personal tienen una conversación diaria sobre cuándo van a activar el refugio.

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“No necesitamos el refugio para la cuarentena. Será necesario para todas las otras cosas malas que van a suceder. Podemos abrirlo mañana, no lo sé”.

En Black Hills, Dakota del Sur, se encuentra la otra comunidad de búnkeres de la compañía en Estados Unidos, donde las personas pueden refugiarse en uno de los 575 búnkeres militares que alguna vez se utilizaron para almacenar bombas. Aislados en el suelo, cada domo abarca 2,200 pies cuadrados y pueden caber de 10 a 24 personas.

Las unidades cuestan $35.000 (más un arrendamiento anual de $1.000), y Vivos las equipará cómodamente por un precio entre los $25,000 a $75,000.

Los invitados deberán volar a Alemania para acceder al búnker insignia de la empresa. Llamado Europa One, el compuesto de 76 acres fue tallado en roca debajo de una montaña de 400 pies por los soviéticos durante la Guerra Fría. Vicino lo llama un arca moderna de Noé.

Además de piscinas, teatros, gimnasios y bares, incluye 228,000 pies cuadrados de áreas seguras para vivir, 43,000 pies cuadrados de espacio sobre el suelo y tres millas de túneles. Los apartamentos privados comienzan en 2 millones de euros, o casi $2,2 millones.

“Los compradores quieren el mismo ajuste y acabado que un yate privado. La gente no sólo tiene que sobrevivir, sino psicológicamente subsistir “, señaló Vicino.

Expuso que más de 1 millón de personas han mostrado interés en los búnkers, y hay espacios disponibles en los tres.

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“No creamos miedo. Lo resolvemos. La verdadera élite tiene planes para usar una puerta de escape. Están subiendo a los aviones y volando a las islas”, manifestó. “Le damos a la gente la tranquilidad de que tienen su propia solución para cuando sea el momento de refugiarse”.

Actualmente, la compañía está desarrollando su refugio más grande hasta ahora: un complejo subterráneo de 3 millones de pies cuadrados con techos de 30 pies y espacio para entre 5,000 y 10,000 personas. Las comodidades planificadas incluyen béisbol, golf y un lago subterráneo de 400 pies.

“Mientras el tiempo lo permita, continuaremos construyendo búnkers. Este mundo no será más seguro mañana”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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