Los votantes jóvenes apoyaron con fuerza a los demócratas en 2020; ¿lo volverán a hacer?
Kip Lund era un espectador distante de la política a principios de 2020, más centrado en su trabajo de bioingeniería en San Diego que en el alboroto de la campaña presidencial.
Entonces llegó la pandemia de COVID-19. Lund, como millones, tuvo que trabajar desde casa. Con más tiempo para reflexionar sobre asuntos cívicos, se vio envuelto en la reacción nacional al asesinato de George Floyd por parte de la policía de Minneapolis, y se unió a su primera gran manifestación política. Votó por Joe Biden para presidente a pesar de que el candidato demócrata no lo entusiasmaba. Se convirtió en voluntario del Sunrise Movement, un grupo de justicia social y cambio climático liderado por jóvenes.
“Fue como una chispa de pólvora”, expresó Lund, de 27 años, sobre su rápido viaje desde los márgenes hasta el frente del activismo político. “Estar en las protestas y sentirme parte de esa energía y ese compromiso en las calles me inspiró al activismo”.
Lund es parte de una generación en ascenso de jóvenes que ayudaron a elegir a Biden en 2020 a pesar de que una gran cantidad de ellos se mostraron tibios acerca de su candidatura, y que será clave para que el partido demócrata retenga el control del Congreso en 2022. Muchos jóvenes se sintieron motivados a votar por la ira que sentían hacia el ex presidente Trump, pero ahora otras cosas los están impulsando.
Estos nuevos votantes demócratas crearon una nueva ola de activismo comunitario, inspirado menos por los candidatos que por su pasión por temas que su generación puso en primer plano, como la justicia racial, el control de armas y el cambio climático.
“Nunca noté tal activismo entre las nuevas generaciones”, expresó Luis Sánchez, director ejecutivo de Power California, un grupo político que organiza a los jóvenes de color. “Esta creciente conciencia y compromiso cívico va más allá de la votación”.
Una encuesta de jóvenes realizada por el Instituto de Política de la Escuela Kennedy de Harvard, en marzo, detectó que el 36% era políticamente activo o estaba comprometido, incluso más que el 24% que respondió haberse comprometido después de la elección de Obama, en 2008. El Center for Information and Research on Civic Learning and Engagement, de la Universidad de Tufts, encontró en una encuesta de 2020 que el 31% de las personas de entre 18 y 24 años habían participado en una marcha o manifestación, frente al 5% en 2016.
No solo marcharon, sino también sufragaron. La oleada de votantes jóvenes en 2020, que resultó a una tasa aún más alta y en mayor número que la de Obama en 2008, favoreció de manera abrumadora a los demócratas.
Una gran pregunta para los demócratas mientras se encaminan a la campaña de mitad de mandato es si los jóvenes progresistas perderán interés en la política en la era posterior a Trump o se desilusionarán de los demócratas si no cumplen con los temas que les preocupan. Sin ellos, será difícil para el partido oficialista mantener el control del Congreso.
Las entrevistas con decenas de jóvenes votantes, analistas y activistas demócratas en todo el país muestran que múltiples factores influyeron en el aumento del compromiso político de los jóvenes en los últimos años:
El deseo de derrocar a Trump era fuerte. Los estados hicieron mucho más fácil emitir el voto en la pandemia. El asesinato de Floyd y la muerte de otros -como Breonna Taylor- a manos de la policía atrajo a más jóvenes, atrapados en casa debido al COVID-19, a las protestas. La evidencia del cambio climático creció, al igual que ciertos grupos, como Sunrise Movement. Una iniciativa contra las armas liderado por jóvenes floreció después del tiroteo en masa de 2018 en una preparatoria de Parkland, Florida. El movimiento #MeToo impulsó a las mujeres.
Algunos de esos factores ahora se están desvaneciendo; ello hace que los demócratas se preocupen de que la participación de votantes jóvenes disminuya, como suele ocurrir en las elecciones de mitad de período. Trump ya no es el centro del escenario. Muchos estados están dando marcha atrás con las reglas de votación liberalizadas. El bloqueo por la pandemia ha comenzado a disminuir.
Pero un factor importante no ha cambiado: los problemas que llevaron a muchos jóvenes progresistas a la política siguen siendo urgentes y sin resolver. El actual movimiento juvenil podría resultar más duradero que el auge del voto joven que impulsó el ascenso de Obama, un cambio más centrado en los candidatos que perdió fuerza al final de su presidencia. “Su activismo puede perdurar porque no proviene del apego a Biden, sino de problemas que no van a desaparecer”, consideró Simon Rosenberg, estratega político demócrata.
Eso puede ser especialmente cierto para quienes se inspiraron en el movimiento Black Lives Matter. “Esa es una de las motivaciones más importantes para los votantes jóvenes”, consideró Jasmine Burney-Clark, fundadora de Equal Ground Education Fund y Action Fund, un grupo de movilización de votantes liderado por negros, en Florida. “Tenemos que ser muy honestos, Biden no era la primera elección para varios votantes negros más jóvenes, que deseaban a alguien más progresista”.
Puede que los votantes jóvenes no hayan amado a Biden, pero sus votos fueron cruciales para su victoria. En estados ganados por un estrecho margen, como Georgia, Arizona y Pensilvania, Biden ganó votantes jóvenes por márgenes que ayudaron a inclinar la balanza a su favor, según el centro de aprendizaje cívico de Tufts.
La ventaja de los demócratas entre los votantes jóvenes es relativamente reciente. Antes de que la mayoría de los milenios calificaran para votar, en las elecciones presidenciales de 2000 y en la mayoría de las elecciones de 1972, los votantes jóvenes se dividían en partes iguales entre los partidos. Eso cambió en 2004, cuando el demócrata John Kerry ganó el 54% del voto juvenil. Desde entonces, la ventaja de los demócratas ha aumentado.
Eso es, en parte, reflejo de un cambio demográfico en los últimos 20 años. Los votantes menores de 40 son las generaciones con mayor diversidad racial y étnica en la historia de Estados Unidos: aproximadamente el 45% de los milenios (personas nacidas entre 1981 y 1996) y casi la mitad de la Generación Z (nacidos después de 1996) son gente de color, en comparación con el 30% de los votantes baby boomers.
Esto apunta a un gran problema para los republicanos, que pugnan por atraer a votantes negros, latinos y asiático-estadounidenses más jóvenes, a medida que los milenios y los miembros de la Generación Z dominan la población elegible para sufragar. Los republicanos no han abandonado la lucha por sus votos. Un tercio de los votantes menores de 30 eligieron a Trump en 2020. Los republicanos universitarios todavía se están organizando en los campus. Turning Point USA, un grupo conservador de jóvenes, ha atraído a miles a organizar conferencias que encabezan la lista de líderes republicanos. Pero cuando Trump se postuló para la reelección, en 2020, perdió a los votantes menores de 30 años frente a Biden por 24 puntos porcentuales.
Si bien los republicanos intentan lograr avances entre los votantes jóvenes, no son el pilar fundamental de la coalición como para los demócratas. Sin embargo, cuando se trata de movilizar hacia las urnas, incluso el partido demócrata ha prestado poca atención a la juventud, centrándose más en los votantes mayores, más inclinados al sufragio.
“No creo que los demócratas hayan puesto lo suficiente a los votantes jóvenes en el centro de su estrategia, como parte de la voz del partido, ni que entiendan el potencial político y el poder transformador de la juventud en este país”, remarcó Cristina Tzintzún Ramírez, quien en marzo se convirtió en directora ejecutiva de NextGen America, el grupo político más grande concentrado en la organización de jóvenes. Ramírez, quien pasó años como organizadora política en Texas, está presionando para que el grupo llegue más allá de los campus universitarios para organizar a más personas de color, milenios y gente sin títulos universitarios.
Una prueba temprana del compromiso político de los votantes jóvenes llegará este año desde Virginia, que tiene una elección para gobernador competitiva. Carissa Kochan, estudiante de la Universidad de Virginia involucrada en la sede demócrata del campus, se está preparando para luchar contra una oleada de indiferencia estudiantil. “La era Trump nos dio un gran impulso”, reconoció Kochan, quien desafió el calor sofocante un día de agosto para escuchar al candidato a gobernador de los demócratas, Terry McAuliffe. “Estoy un poco preocupada por mantener ese impulso en 2021. Pero espero que se vea lo que puede suceder cuando comenzamos a prestar atención”.
Para los votantes jóvenes, la pandemia ha sido solo el último de una serie de desafíos de su generación. Los milenios mayores ingresaron a la fuerza laboral en medio de la Gran Recesión. Los tiroteos escolares se volvieron sorprendentemente comunes en los últimos 20 años. Los jóvenes, especialmente los de color, se vieron muy afectados por la pandemia y su impacto económico.
Evan Holt, un joven de 33 años que no terminó la universidad pero que ahora se postula para el Concejo Municipal de Cincinnati, asegura que muchos de sus compañeros sufrieron una tremenda presión para ir a la universidad, lo cual resultó en montañas de deudas, muy superiores a las de las generaciones pasadas. “Nos dijeron literalmente que si no íbamos a la universidad estaríamos haciendo hamburguesas”, comentó Holt. “Y hoy, mis amigos con títulos profesionales son pobres”.
Irónicamente, la pandemia puede haber ayudado a facilitar mayores niveles de compromiso político entre la juventud. Las formas en que los estados facilitaron el voto para combatir la propagación del COVID-19 fueron especialmente útiles para los votantes primerizos, que a menudo se sienten desconcertados por los procesos de registro y votación.
Eso podría cambiar en 2022, porque muchas nuevas leyes estatales de votación están derogando los cambios de la pandemia e implementando otras disposiciones, como una identificación más estricta y requisitos de residencia, que dificultarán que los jóvenes se registren en las ciudades universitarias. Rock the Vote, un grupo que busca concientizar a los jóvenes estadounidenses para el voto, está intensificando sus esfuerzos educativos sobre cómo cumplir con estos nuevos requerimientos.
En Georgia, el grupo se está asociando con equipos deportivos profesionales y celebridades para promover la educación de los votantes en las preparatorias de Atlanta, patrocinando un plan de estudios pensado para informar a los adolescentes incluso antes de que tengan la edad suficiente para votar.
El cierre por la pandemia también demostró ser una incubadora de activismo político y ambición. “Muchos realmente aprovecharon su tiempo e Internet como un medio para difundir el activismo”, consideró Osirus Polachart, estudiante de 23 años de UC Berkeley. Esos esfuerzos no terminaron solo porque Trump dejó la Casa Blanca.
A principios de este año, Polachart y otros estudiantes de California formaron Project Super Bloom, una organización que pretende que más jóvenes sean elegidos para cargos públicos. El grupo ayudó a elegir al segundo miembro más joven de la Asamblea de California, Isaac Bryan, de 29 años.
Malcolm Kenyatta, un demócrata de 31 años que se postula para el Senado de Estados Unidos en Pensilvania, cree que su juventud sería un gran activo en una institución que hasta ahora solo incluye a un menor de 40 años. “Es tremendamente importante tener un gobierno que se parezca a las personas a las que quieren servir”, reflexionó Kenyatta. “Tenemos más octogenarios que milenios en el Senado”.
Run for Something, un grupo que recluta y apoya a jóvenes candidatos progresistas para cargos estatales y locales, no ve signos de un interés menguante en la era posterior a Trump. Por el contrario, las 15.000 personas que ya se acercaron al grupo con interés en postularse para un cargo este año superan las cifras del grupo en los últimos años, y el número está en camino de exceder los registros de 2020.
Entre los recién llegados está Chi Ossé, un joven de 23 años que perdió su trabajo en un restaurante durante la pandemia, y que confesó que no había considerado presentarse para un cargo hasta que se involucró en las protestas de Black Lives Matter, después del asesinato de Floyd. Así, decidió postularse para el Concejo Municipal de Nueva York; se enfrentó a un campo de rivales demócratas que intentaron convertir su juventud en un estorbo y ganó las primarias, lo cual equivale a ganar las elecciones generales en su distrito dominado por los demócratas. “Empecé a encontrar mi voz”, comentó. “Algo muy dentro de mí dijo que marchar y gritar no es la única estrategia que deberíamos usar”.
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