El campeonato de los Lakers fue un verdadero éxito para Jeanie Buss - Los Angeles Times
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El campeonato de los Lakers fue un verdadero éxito para Jeanie Buss

Lakers co-owner Jeanie Buss gets a hug from LeBron James after the team won the NBA championship.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)

Después de las disputas familiares y la agitación en la organización de los Lakers, Jeanie Buss finalmente se lleva el trofeo como dueña del campeonato de la NBA

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Jeanie Buss se sintió abrumada cuando el Juego 6 de las Finales de la NBA se acercaba a su fin. Ese momento de la conquista del título era uno que había estado esperando, uno que no estaba segura de poder conseguir alguna vez. Se sentía emocionada por los jugadores que lo habían logrado y los fanáticos que la habían esperado.

Entonces recordó que tenía un trabajo por hacer.

“No soy una buena oradora en público, así que me preocupaba tener un caso de pánico escénico y no encontrar las palabras”, dijo Buss un día después. “Al verlos celebrar juntos, este equipo está más unido que cualquier otro equipo que haya visto”.

Había preparado algunos pensamientos por si acaso, y mientras se dirigía a la cancha, las palabras volvieron a ella. Entonces LeBron James la abrazó con fuerza diciéndole algunas palabras.

Él le dijo que cumplió lo que vino a hacer. Esto es lo que queríamos lograr y lo logramos, recordó que le dijo, parafraseando sus pensamientos. Ella sonrió y asintió con la cabeza mientras él hablaba, cerrando los ojos.

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“Creo que el abrazo duró tanto tiempo solo para dejar que todo se absorbiera”, manifestó Buss. “Ahora él ha ganado varios campeonatos y sabe que esos momentos deben ser apreciados y reconocidos”.

Es algo que ella también sabe.

El domingo por la noche, Buss se convirtió en la primera propietaria mayoritaria en ganar un campeonato de la NBA.

“Ojalá que no sea el último”, declaró.

Cerró un capítulo en la historia de la franquicia que involucró decisiones difíciles y tropiezos, un capítulo durante el cual el equipo que su padre había convertido en la franquicia glamorosa de la NBA se convirtió en una fallida. Se cuestionó su capacidad para liderar, se analizaron sus amistades y ella estrechó su círculo a un grupo más pequeño de personas en las que sentía que podía confiar.

“Lo que ella hace es liderar con una combinación realmente rara de coraje y compasión”.

— Rob Pelinka, gerente general de los Lakers y vicepresidente de operaciones de baloncesto

Encontró orientación en James. “Pasando por lo que he pasado, el barro y las flechas y la gente, [James] incluso lo dijo en su discurso: la franquicia quiere respeto, la oficina principal quiere respeto, el entrenador Vogel, él quiere su maldito respeto”, dijo Buss. “Cuando estaba bajo fuego y un poco insegura de lo que vendría después, pienso en su fuerza. No deja que algo dicte cómo responde a eso. Se mantiene fiel a sí mismo”.

“He aprendido que eso es algo, eso es lo que todo el mundo debería esforzarse por ser. Mantente fiel a tus convicciones y no escuches a tus detractores”.

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Cuando su padre, Jerry Buss, compró a los Lakers en 1979, los Celtics de Boston habían ganado 13 campeonatos, más del doble que los Lakers, muchos a costa de ellos. La realeza del baloncesto no vivía en el oeste y él quería cambiar eso.

Jeanie Buss sits next to NBA championship trophies in her El Segundo office.
Jeanie Buss poses for a photo in 2017, a time of change in the Lakers organization.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)

Bajo su dirección, el equipo ganó 11 títulos. Su sequía de campeonatos más larga fue de 12 años, entre 1988 y 2000. Se perdieron los playoffs solo dos veces.

Jerry Buss murió en 2013, dejando la franquicia a sus hijos. Quería que Jeanie fuera la propietaria mayoritaria y que Jim dirigiera las operaciones de baloncesto.

Ese verano, los Lakers no pudieron mantener a Dwight Howard, en ese momento un centro superestrella. Durante la primavera de 2014, Jim prometió que los Lakers competirían por campeonatos dentro de tres años.

Pero los Lakers necesitaban traer ayuda y no pudieron conseguirla. Ambos agentes libres, Carmelo Anthony les dijo que no en 2014, y LaMarcus Aldridge respondió que no en 2015. El verano siguiente, cuando el tope salarial se disparó y dio lugar a grandes acuerdos para muchos jugadores, los Lakers gastaron su dinero en Luol Deng y Timofey Mozgov. A ella le dolió ver que los Lakers ya no eran un destino codiciado. Eso, combinado con los constantes cambios de entrenador que no parecían tener sentido, la frustraba.

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A medida que la línea de tiempo autoproclamada por Jim Buss se acercaba a su fin, Jeanie lo despidió, junto con el gerente general Mitch Kupchak y el exdirector de comunicaciones John Black. Instaló a Magic Johnson como presidente de operaciones de baloncesto del equipo y contrató a Rob Pelinka como gerente general.

Buss dice que no pudo realizar una búsqueda adecuada de las personas que manejarían el lado del baloncesto porque eso habría alertado a sus hermanos Jim y Johnny. Estaban intentando un golpe para derrocarla.

“Lo que mi hermano trataba de hacer era sacarme del equipo”, declaró. “Había encontrado un equipo legal que estaba intentando encontrar una escapatoria para sacarme de esa posición, y el equipo habría estado en un caos”.

Unas semanas más tarde, el intento de golpe se hizo público después de que los abogados de Jeanie encontraran una manera de reafirmar su control.

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Oct. 12, 2020

El episodio provocó fisuras en la confianza y Buss recurrió a personas que conocía desde hacía años. Conocía a Johnson desde que ambos eran adolescentes y a Pelinka desde hacía años porque era el agente de Kobe Bryant.

“Lo que hace es liderar con una combinación realmente rara de coraje y compasión”, dijo Pelinka. “Creo que nuestra cultura de los Lakers se centra en asegurarnos de que los jugadores tengan todo lo que necesitan para triunfar, y es una organización centrada en el jugador, el jugador es primero. Esa es nuestra cultura, y ella establece eso”.

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En 2017, Pelinka fichó a Kentavious Caldwell-Pope cuando los Detroit Pistons renunciaron a sus derechos durante la agencia libre. Fue una oportunidad para mostrarle al campamento de James el funcionamiento interno del equipo: Caldwell-Pope estuvo representado por Rich Paul de Klutch Sports, un viejo amigo y socio de James. Paul se convirtió en un habitual en los juegos de los Lakers, a menudo sentado con Buss.

Los Lakers también tuvieron problemas ese año, perdiéndose los playoffs por quinto año. Ese verano, James decidió unirse a ellos, con la esperanza de revivir la franquicia. Tomó su decisión final después de reunirse con Johnson, cuyo nombramiento ayudó a confirmar la decisión de James.

Buss y James no se conocían en absoluto. Ocho meses después, se reunieron para su primera cena en un momento en el que quedó claro que los Lakers volverían a perderse los playoffs. James le dijo que había estado estudiando la franquicia y cómo su padre la convirtió en lo que se transformó.

“Su punto para mí fue que, había sido realmente especial ponerme a cargo de algo que él (Jerry Buss) construyó y tanto le importaba y que yo era la persona que él puso a cargo”, dijo. “LeBron es un líder, sabe motivar. Creo que fue para recordarme esa grandeza. Que habíamos perdido un poco el lugar al que íbamos y que tratar de volver a donde estábamos era algo de lo que él quería formar parte”.

Un mes después, Johnson renunció durante una conferencia de prensa improvisada el último día de la temporada sin decirle a ninguno de ellos que planeaba hacerlo.

“Si las cosas le estaban molestando, nunca supe de eso, y desearía que hubiera invertido tiempo contándome lo que le incomodaba”, manifestó Buss. “Porque amo a Magic y nunca quisiera verlo bajo ningún tipo de inconformidad”.

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Su relación aún es fuerte y Buss le da crédito a Johnson por haber estabilizado la organización para la llegada de James.

Una vez más, estrechó su círculo.

LeBron James and Rob Pelinka clasp hands after the Lakers' championship win.
NBA Finals MVP LeBron James and GM Rob Pelinka celebrate the Lakers’ 17th NBA championship.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)

Se apoyó en Linda Rambis, alguien con quien había trabajado durante décadas y en quien su padre también había confiado. La gente empezó a llamar a Rambis la “dueña en la sombra” del equipo y se preguntaban el por qué y en qué medida tenía poder en la organización.

“Creo que hay gente que podría sentirse incómoda con las mujeres en posiciones de poder”, expuso Buss. “Lo que sea, desencadenó en otras personas el odio y arrojaron el barro, lo que sea, llamarla ‘dueña en la sombra’, cosas así, fue muy degradante y descorazonador, además de hiriente. Pero no cambió la misión en absoluto ni la forma en que íbamos a operar. No me hizo no confiar en ella. Nada puede traspasar esos 30 años de confianza”.

El círculo íntimo de Buss incluía a Kurt Rambis, esposo de Linda y exjugador y entrenador de los Lakers; sus hermanos menores Joey, gobernador suplente y vicepresidente de investigación y desarrollo, y Jesse, subdirector general y director de exploración del equipo; también, Tim Harris, director de operaciones del equipo y presidente de operaciones comerciales.

“Estas son personas en las que confío mi vida”, dijo Buss, mencionando específicamente a sus hermanos menores, los Rambis, Harris y Pelinka.

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El poder de Pelinka creció a pesar de los pedidos de su destitución.

“Conozco a Rob, sé que es un hombre íntegro”, manifestó. “Profesional. Extremadamente brillante. Aborda las cosas de forma analítica. Es un solucionador de problemas. No presto atención a todas las cosas que sucedían en los medios de comunicación porque no se puede obtener la validación de los medios... Eso nunca me hizo dudar de él ni por un segundo”.

Luke Walton fue despedido como entrenador y la búsqueda para reemplazarlo llevó a dos prospectos con quienes las negociaciones fracasaron en parte debido a las bajas ofertas. Frank Vogel fue contratado, movimiento que fue cuestionado. Luego, los Lakers renunciaron a todo lo que podían legalmente para obtener a Anthony Davis.

Mientras tanto, ofrecieron muy pocos comentarios sobre lo que estaba sucediendo dentro de la organización.

“Hay una facilidad en la conversación porque si digo algo con lo que pueden no estar de acuerdo, no tengo que preocuparme de que se publique en alguna parte”, dijo Buss la semana pasada. “Esa libertad, esa confianza, es tan valiosa para intercambiar ideas y crecer juntos”.

 Jeanie Buss and Linda Rambis pose for a photo before Game 2 of the NBA FInals.
Lakers co-owner Jeanie Buss and team executive Linda Rambis before Game 2 of the NBA Finals.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)

Durante la primera semana y media de octubre, Buss se quedó en el Waldorf Astoria en Orlando, un lugar que se había convertido en un segundo hogar para muchos fuera de la burbuja durante Las Finales.

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Lo que había sido un entorno relativamente abierto se convirtió en una segunda burbuja. Los huéspedes fueron evaluados diariamente para detectar el COVID-19 en lugar de dos veces por semana y no se les permitió salir del hotel excepto para ir a los juegos.

Buss llegó después del Juego 1. Su hermano Joey vino para el Juego 1 y su familia se unió a él. Su hermano Jesse llegó a tiempo para el final de la serie.

“Creo que es una dueña increíble y que es una mujer poderosa”, dijo James la semana pasada. “Creo que ella cree en ser una extensión de su padre y en continuar construyendo el legado de esta gran franquicia”.

Pasó días con Linda Rambis, cuyo esposo, Kurt, había estado dentro de la burbuja con los Lakers. A menudo, Rich Paul se unía a ellos, su relación había crecido al igual que la de ella con Pelinka durante sus años como agente del jugador estrella de los Lakers. Fara Leff, directora de operaciones de Klutch Sports, también se unía a ellos a menudo.

“Es brillante y aporta energía, ideas y creatividad”, dijo Buss sobre Leff. “Me encanta ver a las mujeres en este negocio asumir el papel de directora de operaciones de Klutch Sports. Eso es tan impresionante. Veo cuando hablan del futuro de nuestro negocio. Miro a Fara y vamos, si yo hubiera sido parte de haber allanado el camino para que ella eligiera dedicarse a los deportes, eso me enorgullece”.

Todos ellos pudieron entrar a la burbuja después del juego de campeonato y festejaron en un restaurante en medio del lago Dorado en el Coronado Springs Resort.

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“Creo que me fui a la cama alrededor de las 3:30 de la mañana”, reveló Buss. “La gente tiene que recordar que el partido no terminó hasta las 11:30 p.m. No había cenado. ¿Me levanté y bailé un poco? Sí, lo hice”.

La pandemia hizo que toda la celebración se sintiera como un asunto íntimo, incluso durante la entrega de trofeos dentro de la arena casi vacía. Fue una pequeña celebración con solo los familiares y amigos más cercanos.

Para una organización que vio hacia adentro para alcanzar estas alturas, fue, en muchos sentidos, apropiado.

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