California registra el año más seco en un siglo
La acumulación media de lluvia y nieve en todo el estado sumó solo 11.87 pulgadas durante el año hidrológico 2021, que abarcó desde el 1 de octubre de 2020 hasta el 30 de septiembre.
En un tiempo de calor y sequía extremos, California reportó su año más escaso en términos de precipitaciones en un siglo, y los expertos temen que los próximos 12 meses puedan ser aún peores.
El Centro Climático Regional Occidental agregó la precipitación promedio que se había informado en cada una de sus estaciones y calculó que un total de 11.87 pulgadas de lluvia y nieve cayeron en California en el año acuático 2021. Eso es la mitad de lo que los expertos consideran promedio durante un año de agua en California: alrededor de 23.58 pulgadas.
El centro climático cuenta las precipitaciones promediando todas las lluvias medidas en el estado al final de un año hidrológico, que se extiende desde el 1º de octubre hasta el 30 de septiembre siguiente.
Basado en los niveles disminuidos tanto de precipitación como de escorrentía, el último año hídrico fue el segundo más seco registrado, según el Departamento de Recursos Hídricos de California.
La última vez que el estado informó de tan poca lluvia y nevadas fue en 1924.
Los climatólogos compararon las condiciones de sequía que abarcaron 2020 y 2021 con la sequía de 1976-1977, que incluyó el nivel más bajo de escorrentía en todo el estado en un solo año hidrológico. La precipitación media en ese momento fue de 28.7 pulgadas; en 2020-2021, de 28.2.
Un informe federal situó las pérdidas económicas de la sequía de los años 70 en más de mil millones de dólares; algunos temían que la condición extrema pudiera paralizar el sistema de agua del estado.
La actual sequía, que lleva ya varios años, reavivó los mismos temores, ya que los reservorios se agotan y se han emitido proclamas de emergencia en 50 de los 58 condados del estado. El gobernador Gavin Newsom pidió a los californianos que reduzcan voluntariamente el uso de agua en un 15%, y los funcionarios estatales advierten que podrían imponer restricciones obligatorias si la sequedad continúa este invierno.
“La historia de California se ha escrito durante largas sequías”, consideró Bill Patzert, un climatólogo retirado que trabajó durante décadas en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA estudiando los efectos del cambio climático. “Hay mucha agua, pero todo depende de cómo se use”.
El Monitor de sequía de EE.UU, un mapa actualizado cada semana, que muestra las condiciones relacionadas con la sequía en el país, indica que más del 87% de California está experimentando condiciones extremas o excepcionales, y casi la mitad del estado se ubica en la peor categoría.
Menos lluvia ha significado también menos caudal, especialmente en áreas como el río Colorado, una fuente importante de agua importada para el sur de California.
El lago Mead, de Nevada, una importante fuente de agua para Los Ángeles y el oeste, disminuye desde 2000, y la recuperación es sombría, alegan los expertos. Incluso si se avecinara un gran año hidrológico, “ni siquiera estaríamos cerca de volver a llenar el lago Mead”, consideró Daniel McEvoy, climatólogo del Western Regional Climate Center.
Los grifos podrían secarse para los 5.000 residentes de Needles, que beben hasta dos litros de agua al día para hacer frente a las temperaturas de 120 grados.
Todos menos dos de los principales embalses de California están por debajo de su nivel de almacenamiento promedio. El lago Oroville, el segundo embalse más importante del estado, se encuentra en un mínimo histórico. Y el lago Shasta, el más grande, está críticamente bajo, aunque no tanto como en 1977, resaltó McEvoy.
A diferencia de 1977, los efectos de la sequía se han visto agravados por el cambio climático acelerado.
Las temperaturas cada vez más elevadas evaporaron la precipitación y derritieron la capa de nieve mucho más rápido que en años anteriores, según un estudio reciente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). “Las temperaturas cálidas que contribuyeron a que esta sequía sea tan intensa y generalizada continuarán (y crecerán) hasta que se persiga una estricta mitigación del clima y se reviertan las tendencias regionales de calentamiento”, señala el estudio.
California registró su verano más caluroso este año y el calor extremo ha resecado el paisaje.
A medida que comienza el año hidrológico nuevo, el estado podría esperar más de lo mismo. NOAA informó el pasado jueves que condiciones de La Niña, que suelen traer inviernos secos a California y el suroeste, surgieron en el Océano Pacífico. “Ya hemos tenido un año seco, estamos en esa situación actualmente, y las tendencias indican que la temporada de lluvias podría estar por debajo de lo esperado este invierno”, comentó Jayme Laber, hidrólogo sénior de la oficina del Servicio Meteorológico Nacional en Oxnard. “Todas esas cosas se suman para que el futuro no luzca bien”.
Las cuadrillas han utilizado quemas controladas, láminas protectoras y otras medidas de protección para vigilar el Parque Nacional de Sequoia.
Los climatólogos de NOAA pronostican que la sequía actual durará hasta 2022, y potencialmente más. Aunque California eventualmente se volverá más húmeda, los expertos consideran que es necesario un cambio climático extremo para que el estado vuelva a la normalidad. “Va a tomar un tiempo […] hasta que empecemos a recibir algo de lluvias; las suficientes para comenzar a recargar las cuencas de agua subterránea, y a ver agua en nuestros ríos y arroyos nuevamente”, destacó Laber.
Para Jeanine Jones, gerente de recursos interestatales del Departamento de Recursos Hídricos, el estado necesitaría alrededor del 140% de su precipitación promedio para restablecer el nivel freático.
Las precipitaciones varían a lo largo de California, y el clima seco del sur es muy diferente del húmedo y nevado Sierra Nevada. En un año promedio, tres cuartas partes de las precipitaciones del estado caen en el norte y centro, principalmente en la Sierra, explicaron los expertos de la NASA.
Pero el sur de California tiene la mayor variabilidad anual de precipitaciones en Estados Unidos, lo cual significa que cualquier año podría cambiar enormemente de condiciones húmedas a secas. “A medida que los científicos piensan en los efectos a largo plazo del cambio climático, una de las expectativas es que esta variabilidad mejorará”, remarcó Jones. O, como le gusta decir, “los extremos se vuelven más extremos”.
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