En medio del coronavirus, unos veteranos del ejército luchaban para producir en masa ventiladores de $100... pero llegaron los obstáculos
Mientras la pandemia despegaba, un médico de la sala de emergencias y un amigo del Ejército planeaban producir rápidamente un ventilador barato. Pero su altruismo se topó con una dura y fría realidad: el capitalismo.
Durante el último mes, el reservista del Ejército, el teniente coronel Kamal Kalsi, médico de la sala de emergencias en Nueva York, ha estado luchando para encontrar una manera de producir ventiladores rápidamente en masa, equipos que puedan salvar la vida de miles de víctimas de coronavirus en todo el país.
Hace dos semanas, pensó que había encontrado una compañía en Sacramento con la respuesta perfecta.
Pero luego, como él lo dice, la necesidad pasó a un segundo plano en los negocios.
La empresa contactada con Kalsi quería decenas de millones de dólares antes de ayudarlo, dijo.
Al escuchar eso, “me quebró un poco”, reveló Kalsi. “Entiendo. Es un sistema capitalista”.
En los días desde que recibió esa noticia, ha suplicado, planeado y rogado por el acceso a los planes de diseño de un ventilador muy pequeño, útil y económico. El anhelo de Kalsi para ayudar a los pacientes con COVID-19 y sus familias a evitar la catástrofe se produce cuando el nuevo coronavirus se propaga por Estados Unidos y el debate se agudiza sobre la responsabilidad federal versus la responsabilidad estatal.
Aunque la semana pasada el presidente Trump ordenó a General Motors que comenzara a fabricar ventiladores, ha dudado en utilizar la Ley de Producción de Defensa, un edicto de la era de la Guerra de Corea que permite al comandante en jefe obtener recursos y proporcionar logística y apoyo centralizados que podrían ayudar a los estados a obtener los suministros necesarios.
En cambio, el gobierno federal cedió en gran medida a los estados la adquisición de suministros como mascarillas y batas. La lucha ha dejado a esos estados, ciudades e incluso hospitales compitiendo entre sí en una respuesta de libre mercado a la pandemia.
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Además de la tensión, los gobernadores estatales, incluido el gobernador de California Gavin Newsom, están equilibrando esas necesidades extremas con el desafío de mantener relaciones armoniosas con el gobierno federal, incluido un presidente que valora las palabras amables.
Eso, señaló Kalsi, lo ha dejado incapaz de conseguir un medio para fabricar los dispositivos que pueden salvar vidas antes de que entren en el mercado masivo, donde la disponibilidad podría determinarse por la suerte y el dinero.
“Esto tiene que suceder”, dijo Kalsi, un especialista en medicina de desastres que dirigió hospitales en Afganistán. “Si no tenemos ventiladores en la próxima semana o dos en Nueva York, será un baño de sangre”.
El ventilador que Kalsi ve como la solución es el Go2Vent, fabricado por Vortran Medical en Sacramento y vendido por alrededor de $100 cada uno, aunque no hay pruebas de que pueda ser el remedio que él imagina. El fundador y director médico de Vortran, el Dr. Gordon Wong, declinó hacer comentarios, aparte de decir el viernes que estaba cerca de firmar un acuerdo de producción en masa con un fabricante respaldado por capital de riesgo en Chicago.
El Go2Vent se parece un poco a un bong mal concebido: un tubo largo de plástico transparente que se conecta a una pequeña cámara que a su vez tiene dos tubos, todos con conectores azul eléctrico. Pero para Kalsi, su valor es obvio en parte debido a su simplicidad plástica, que él cree que una impresora 3-D podría replicar.
“Uno de mis paramédicos me lo mostró e inmediatamente me di cuenta de que esto podría ser reutilizado para llenar el vacío de ventiladores que estamos enfrentando en este momento”, manifestó Kalsi.
El Go2Vent fue diseñado para uso de emergencia y brotes de enfermedades. No requiere electricidad, funciona con la presión de un tanque de oxígeno, y puede caber en una pequeña maleta y configurarse en minutos.
Los materiales de marketing en línea predicen su valor en este momento con una precisión inquietante: “En el caso de una sobrecarga en la capacidad de ventiladores, el almacenamiento de ventiladores completos no es económicamente factible para ninguna instalación local o regional”, escribió Vortran en un boletín técnico publicado durante la pandemia de gripe porcina H1N1 en 2009, que mató a más de 12.000 personas en Estados Unidos.
“En el caso de una pandemia de proporción nacional o mundial, no es realista esperar una respuesta rápida u oportuna de los gobiernos estatales o federales. El [Go2Vent] con monitor, cuando se incorpora con los filtros adecuados, ofrece una solución viable para la escasez de ventiladores. Liberaría sus ventiladores con todas las funciones de UCI para manejar a sus pacientes con más necesidad”.
Kalsi y un compañero veterano, Matt Zeller, quien cofundó una organización sin fines de lucro para ayudar a traductores militares, elaboraron rápidamente un plan que pensaron que podría llevar miles de Go2Vents a hospitales en días.
A principios de marzo, recurrieron a una red de ex expertos militares y políticos del Proyecto de Seguridad Nacional Truman, una red de fuerzas militares y políticas de las cuales ambos son miembros. Rápidamente reunieron un grupo de trabajo de contactos políticos y comerciales que creían que tenían los recursos para usar impresoras 3-D para producir y distribuir los ventiladores en un modelo de fuente abierta y sin fines de lucro.
Una parte clave del plan, señaló Zeller, fue la planificación centralizada que garantizaría que los ventiladores llegaran a los hospitales más necesitados y que las unidades se trasladarían a otras instalaciones una vez que la necesidad disminuya. Finalmente, remarcó Zeller, quería que las unidades fueran enviadas a la reserva nacional para futuros brotes. Su vida útil es de cinco años, según Vortran.
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La “pieza clave” del proyecto, apuntó Zeller, fue obtener las especificaciones de diseño del dispositivo.
Entonces contactaron a Vortran y les preguntaron, dijo Kalsi.
A pesar de múltiples conversaciones con funcionarios de la compañía la semana pasada, la respuesta, manifestó Zeller, no era lo que esperaba escuchar.
Zeller y Kalsi dijeron que hablaron de diversas maneras con Wong y otros en la pequeña empresa que les respondieron que no estaban interesados en regalar los planes, o incluso en otorgarles una licencia.
Sin embargo, venderían la compañía, destacó Zeller.
Zeller aseguró que Wong, uno de los fundadores de Vortran, le dijo “que si lo hubiera llamado hace dos semanas, habrían recibido ofertas entre 30 y 40 millones [de dólares], pero ahora estaba significativamente alejado de eso”.
Kalsi y Zeller volvieron a recurrir a su red de contactos estatales y federales la semana pasada, esta vez para tratar de presionar políticamente a la empresa para que brinde acceso al diseño, o incluso que el DPA (Defense Production Act) lo utilice para forzar el problema.
Zeller reveló que algunos amigos pidieron ayuda a los gobernadores de varios estados, incluido Newsom.
“Las ganancias corporativas nunca deben colocarse por delante de la vida humana, y esta es exactamente la razón por la que la [Ley de Producción de Defensa] debería entrar y obligar a estos muchachos a entrar al ruedo”, manifestó Kalsi el viernes. “Hemos estado trabajando para apremiar al gobernador de California para que presione a estos tipos”.
Kalsi dijo que escuchó que la oficina de Newsom no estaba segura de tener el poder de obligar a nada. Los expertos legales consideran que el problema es claro, señalando que Newsom ha declarado un estado de emergencia.
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“Cuando se proclama el estado de emergencia, el gobernador de California tiene el poder de tomar posesión de la propiedad pública y privada”, manifestó el experto en derecho constitucional de la Universidad de Berkeley, Erwin Chemerinsky, en un correo electrónico.
Si el gobernador lo hiciera, agregó, el estado tendría que pagar “una compensación justa”.
La oficina de Newsom no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
El enfoque del gobernador ante la pandemia ha sido poner la zanahoria antes que el palo. El sábado, al visitar una fábrica de San José que estaba trabajando para reparar los ventiladores viejos para su uso, anunció que el gobierno federal había enviado 170 ventiladores rotos a Los Ángeles.
“En lugar de lamentarse por ello (refiriéndose a Garcetti), y de quejarse, en vez de señalar con el dedo y de generar titulares para llegar a más estrés y ansiedad, conseguimos un automóvil y una camioneta”, manifestó Newsom. “Y trajimos los 170 aquí a esta instalación a las 8 a.m., y están trabajando literalmente en esos ventiladores en este momento”.
Newsom también dijo el sábado que, en total, el estado ha adquirido e identificado 4.252 ventiladores con el objetivo de asegurar 10.000 en respuesta a la pandemia de coronavirus.
Mientras tanto, cuando los funcionarios de Vortran rechazaban a Kalsi y su equipo, la compañía buscaba compensación en otros lugares: aumentar la producción del Go2Vent y buscar ofertas más lucrativas.
Greg Latimer dirige una empresa de fabricación y moldeo por inyección de plástico en Reno que ha producido el Go2Vent para Vortran desde 1997.
Por lo general, haría alrededor de 10.000 Go2Vents en un pedido. Hace un par de semanas, con los casos del nuevo coronavirus en Estados Unidos, Latimer dijo que la orden se duplicó a 30.000, después 50.000 y luego 100.000.
Ahora, “esa orden ha tenido un incremento exponencial”, dijo Latimer. “En este momento estamos aumentando de una manera extraña tratando de estar por delante de la curva”.
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Expuso que está operando su fábrica las 24 horas del día, pero “tomará mucho tiempo cumplir” los pedidos.
Latimer dijo que no sabe quién está comprando los dispositivos, pero “me pregunto si podría ser el gobierno”.
Está comprometido a sacar los ventiladores lo más rápido que pueda. Su compañía se centra en la filantropía, con la mayoría de las ganancias donadas a causas benéficas. El año pasado, precisó, dio alrededor de $800.000.
“Nunca me había sentido tan necesitado como ahora”, manifestó.
Pero Vortran puede no necesitar a Latimer mucho más tiempo. El viernes, la compañía estaba en conversaciones para un acuerdo con el fabricante y distribuidor 3-D Fast Radius, con sede en Chicago, según Wong.
El sábado, el fundador y CEO de Fast Radius, Lou Rassey, se negó en gran medida a comentar sobre eso, diciendo sólo que su compañía está en conversaciones “para ver si podemos ser uno de los socios que realmente los ayudan a escalar y llevar un producto importante al mercado”.
Zeller y Kalsi dijeron que no les importa quién produce el Go2Vent, siempre que suceda rápidamente.
“Cualquier solución que se presente y sea viable, deberíamos ejecutarla”, indicó Zeller. “Desearía haberlos llamado hace dos semanas. Realmente espero que nuestro gobierno, particularmente a nivel federal, se haya preparado para esto”.
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