Opinión: Trump quiere que los guatemaltecos nos quedemos en nuestra tierra; esta es la razón por la cual no podemos
AGUACATÁN, Guatemala — Hace poco asistí a una reunión de padres en la escuela primaria de mis hijos, en la ciudad rural de Aguacatán, Guatemala, a pocas horas de la frontera con México. Como de costumbre, fui uno de los únicos hombres allí.
Esta disparidad no tiene nada que ver con el machismo o los roles de género latinos; es simplemente que no hay muchos varones en Aguacatán. La mayoría de ellos están en lugares como Carolina del Norte, Florida y el estado de Washington. Ha sido así durante años; la novedad ahora es que cada vez hay menos mujeres y niños. Ellos también se dirigen hacia el norte.
El presidente Trump está amenazando a Guatemala después de que una corte bloqueó a su gobierno de firmar un acuerdo de migración con Estados Unidos.
La mayoría de los que se van no quieren hacerlo, pero ya no saben cómo sobrevivir aquí. ¿Por qué? La corrupción gubernamental, la disparidad de ingresos, la narcoviolencia y la explotación extranjera juegan un papel importante. También el cambio climático, que está afectando nuestra capacidad de aumentar los cultivos, algo que tradicionalmente mantuvo a los guatemaltecos del campo.
Aunque he obtenido visa de turista para visitar a mi familia en EE.UU -un hermano, dos tías y tres tíos, algunos de ellos residentes legales en ese país, otros no-, ni siquiera he considerado quedarme allí sin documentos porque quiero estar del lado de la ley.
En Los Ángeles, los inmigrantes están teniendo éxito en formas que Trump nunca reconocerá.
Ahora sin embargo, por primera vez, mi esposa y yo estamos considerando mudarnos a Estados Unidos también. Nos levantamos temprano la mayoría de las mañanas y vemos a nuestros tres niños pequeños durmiendo; nos preguntamos qué futuro les espera aquí. Cada vez más parece como si no hubiera ninguno.
El gobierno estadounidense le dice a familias como la mía que se queden en su tierra y construyan una Guatemala mejor. He intentado hacerlo. Empecé un negocio por mi cuenta; trabajo para conectar a los guatemaltecos con internet. Tengo una pequeña granja. Mi esposa tiene una pequeña empresa que fabrica ropa tradicional maya. Su base de clientes se compone casi en su totalidad de familias que viven en EE.UU, son las únicas con suficientes ingresos disponibles para pagar ese tipo de cosas. Estamos haciendo todo lo que podemos, pero no es suficiente.
Su hermana había hecho el viaje el año pasado, siguiendo una trama familiar: cruzar hacia territorio estadounidense desde México con un niño menor de edad, rendirse a la Patrulla Fronteriza y solicitar asilo político.
Hace unos años comencé un pequeño puesto de telefonía móvil en mi pueblo. Fue brevemente rentable. Pero luego empezaron a aparecer toneladas de otras tiendas similares, con precios más bajos. Podían hacer eso porque muchos de ellos no eran negocios legítimos; simplemente frentes de lavado de dinero de traficantes de personas y drogas.
Hay corrupción como esta en cualquier país, pero en Guatemala, hay poco riesgo para los infractores. Los funcionarios han aceptado la corrupción simplemente como parte de la vida aquí y no hacen casi nada para detenerla. La tolerancia se extiende a los niveles más altos del gobierno. Nuestro presidente saliente, Jimmy Morales, hizo todo lo posible por silenciar a una comisión anticorrupción respaldada por las Naciones Unidas después de que esta investigó a su hijo y hermano, así como el financiamiento de su campaña.
Un problema central aquí es la enorme desigualdad. Menos del 1% de la población guatemalteca tiene más riqueza que todos los demás juntos. No hay forma de contrarrestar ese tipo de disparidad, por lo que las personas se van a EE.UU, donde el sistema no está totalmente manipulado.
Incluso un título universitario no ayuda en Guatemala sin conexiones políticas o el dinero para sobornar a alguien en pos de conseguir un empleo.
Las familias mayas en la zona donde vivo tradicionalmente llevan adelante pequeñas granjas. La mayoría de los agricultores ganan sólo unos pocos dólares al día, e incluso eso es una lucha debido al clima cambiante. Miramos al cielo, esperando que llueva, pero las estaciones se han modificado, y el agua no llega. Mis abuelos cultivaban maíz, la sagrada cosecha maya, pero a lo largo de los años hemos diversificado nuestros campos para tratar de obtener ingresos adicionales.
Con el fracaso de las granjas, las personas en las zonas rurales dependen de las remesas de EE.UU para poner comida sobre la mesa. El dinero de los familiares que trabajan en Estados Unidos es lo que ha permitido a familias como la mía quedarse en Guatemala. Las remesas pagan por carreteras e infraestructura en pueblos que el gobierno guatemalteco ignora. Nos mudamos a EE.UU en parte para salvar los lugares de donde venimos.
Lo más frustrante es que el gobierno de EE.UU ha estado socavando una de las soluciones reales para todo esto. Hace unos cuatro años, me esperancé con un futuro mejor cuando el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, se vio obligado a renunciar después de ser investigado por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, la misma comisión que Morales decidió cerrar.
Cuando Donald Trump asumió el cargo, su administración se puso del lado de Morales en la comisión, y permaneció en silencio mientras él avanzaba para desmantelar la única entidad independiente que intentaba hacer de Guatemala un país de leyes, que funcionara nuevamente.
Ahora Morales intenta hacerle un favor a Trump a cambio, al llegar a un acuerdo para designar a Guatemala como un “tercer país seguro”, lo cual significa que se exigirá a otros migrantes centroamericanos que pasan por aquí para llegar a Estados Unidos que permanezcan en este lugar mientras sus solicitudes de asilo se resuelven. Pero, ¿cómo podría Guatemala garantizar la seguridad de decenas de miles de migrantes centroamericanos de otros países, cuando el gobierno no tiene que rendir cuentas a sus propios ciudadanos sufrientes? Aquí no hay trabajo, ni comida, ni futuro. Agregar a los hondureños y salvadoreños a la mezcla causará sólo más miseria.
Sí, pronto tendremos un nuevo presidente, Alejandro Giammattei, pero será más de lo mismo. El próximo mandatario tiene idénticos lazos problemáticos con los militares y las élites que Morales. Giammattei no ha prometido apoyar a la CICIG, por lo tanto la corrupción simplemente continuará en Guatemala.
Cuando camino por las calles de Aguacatán en estos días, veo un lugar solitario, un pueblo fantasma. Sí, ahora hay más casas y negocios modernos debido a las remesas que llegan de EE.UU, pero hay cada vez menos personas para disfrutarlas.
Estados Unidos ayudó a dar forma a lo que es Guatemala hoy, tanto al involucrarse en la política interna del país durante décadas como a través del cultivo corporativo de plátano. United Fruit Co., con sede en Estados Unidos, controló gran parte de la economía y la política de este país durante décadas, desde principios del siglo XX. Esta participación ayudó a exacerbar la corrupción, la disparidad de ingresos y la violencia que generaron nuestra inestabilidad actual y han llevado a mis amigos y vecinos al país del norte.
No es tan simple como decirnos a todos que nos quedemos aquí y arreglemos nuestro propio país, cuando quien lo dice ha jugado un papel clave para destruirlo. Cuando uno no puede vislumbrar un futuro para su familia, ¿realmente queda otra opción?
William López vive y trabaja en Aguacatán, Guatemala. Este artículo de opinión fue adaptado a partir de entrevistas con él, realizadas por Jesse Hardman, quien también se desempeñó como traductor.
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