LAS VEGAS, NV. — El sábado pasado, Morrissey se bajó del escenario del Greek Theater de Los Ángeles cuando solo había interpretado algunas canciones, y poco después, se anunció que lo había hecho debido al supuesto frío intolerable que se experimentaba en esos momentos en el auditorio al aire libre. Las burlas en internet ante la noticia fueron inmediatas e inclementes, sobre todo porque el hecho se dio en el Sur de California, donde el clima no alcanza ni por asomo el extremismo de otras regiones.
El legendario pero problemático cantante británico podría quizás aprender algo de Fher Olvera, el vocalista de la banda mexicana Maná, quien, ayer por la noche, encabezó a su agrupación durante un concierto realizado al lado de la piscina del Mandalay Bay (que se llama Mandalay Bay Beach porque tiene arena), desafiando un clima particularmente hostil de 48 grados cuyos efectos se incrementaban por momentos con la irrupción de fuertes ramalazos de viento.
Eso no quiere decir que Olvera no haya puesto en riesgo su garganta (se sabe que es una idea muy mala cantar bajo estas condiciones) ni que haya sido adecuado hacer el evento exclusivo en pleno invierno, en un lugar abierto y en una ciudad caracterizada por sus bajas temperaturas en esta época del año.
De hecho, los invitados que llegaron a la hora designada y que se colocaron alrededor de unas fogatas que, por más simpáticas que resultaban, eran sacudidas por las corrientes de aire, tuvieron que lidiar más de una hora y media con el intenso frío mientras trataban de abrigarse con las coloridas mantas que se encontraban repartidas entre las mesas y consumían licores fuertes de manera gratuita (aunque el tequila se acabó pronto, lo que contradecía de algún modo el nombre de “Fogatas, tequila y música” que ostentaba el evento).
Claro que, una vez que el show comenzó, la mayoría de los presentes -que no eran más de 300- se olvidó de cualquier molestia y se colocó al borde de la zona artificial de agua para apreciar a los integrantes de Maná, quienes tocaron sobre un escenario elevado, al otro lado de alberca, y contaron con el apoyo de tres músicos adicionales: un guitarrista, un percusionista y un tecladista.
Luego de interpretar “Oye mi amor” (marcada por interesantes arreglos rítmicos por parte del baterista Álex y el bajista Juan Calleros) y “De pies a cabeza” (donde Olvera cambió una parte de la letra para decir “Quien te hará el amor aquí en Las Vegas”), el vocalista reconoció que el clima no era ideal (“hace un poquitín de frío”), pero desestimó que eso fuera un problema mayor al recordar que su banda se ha presentado incluso bajo la nieve y que, en casos semejantes, lo único que necesita prácticamente son unos tragos adicionales de tequila. Se olvidó de que los asistentes podían sentirse de un modo distinto, pero esa es otra discusión.
“¡Échele, Sergito!”, exclamó él mismo durante el encendido solo de guitarra de Sergio Vallín durante la interpretación de “Corazón espinado”; y antes de presentar “Labios compartidos”, dio a conocer que su grupo se había presentado tres días antes en el Foro Sol de Ciudad de México frente a 60 mil personas, mientras que, en ese mismo momento, la asistencia era “como de 60” (una exageración intencional). “Pero no es por kilo, sino por gusto”, agregó.
Se piense lo que se piense de él y de su estilo para cantar -que no es para nada virtuoso y no ha mejorado con el paso de los años, pero resulta absolutamente distintivo-, Olvera tiene un carisma indudable y sus chistes son por lo general de lo más afortunados (“yo también te quiero, wey; no me importa que seas wey”, le respondió a un hombre que le gritó “¡te amo!”).
Pero eso no quiere decir que no se le pase a veces la mano, como sucedió durante la introducción de “Mariposa traicionera”, donde hizo unos comentarios sobre la ‘calentura’ supuestamente habitual de las latinas que no resultaron muy afortunados.
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Nadie se quejó por sus palabras, obviamente; a esas alturas, los presentes ya habían calentado el cuerpo con la ayuda de diversos brebajes, el tequila había regresado (una ‘bartender’ salvadora encontró cinco botellas por ahí) y Maná, que tiene un arsenal de éxitos incontestables, se preparaba para cerrar la noche con “En el muelle de San Blas”, “Clavado en un bar” y la siempre efectiva “Rayando el sol”, que le dio pie a los coros de la gente a pedido del mismo cantante.
Se trató finalmente de una noche tan fría como entretenida que, además de aprovechar los eventos directamente vinculados al Grammy que se dan ahora mismo en la Ciudad del Pecado, sirvió para anunciar “México lindo y querido”, la gira en la que se embarcará el combo a lo largo del 2023 y que incluirá nueve fechas en los Estados Unidos. Ojalá que estas sean en auditorios más calurosos.
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