Acaba de terminar la Premiere del Grammy, es decir, la ceremonia no televisada en la que se entrega la mayoría de los premios del celebrado evento musical, realizado este año en la ciudad de Las Vegas; y ya tenemos a varios ganadores latinos en la contienda, lo que tiene todo el sentido del mundo en vista de que el cien por ciento de las categorías estrictamente hispanas (que son cinco, si se cuenta la de Latin Jazz) se entregan a lo largo de este segmento.
En términos de popularidad, el interés mayor era conocer los resultados del rubro de mejor álbum latino de pop. De manera absolutamente inesperada, el gramófono no terminó favoreciendo a Camilo, el astro colombiano que se llevara recientemente cuatro Latin Grammys y que está sin duda alguna en el mejor momento de su carrera, sino a Álex Cuba, un cantautor mucho menos conocido, de origen cubano y de residencia canadiense, que competía con su trabajo “Mendó”.
No hubo sorpresas en el apartado de mejor álbum de música urbana, que se inclinó por Bad Bunny y “El Último Tour Del Mundo”, dejando de lado a Karol G, J Balvin, Kali Uchis y Raw Alejandro. El excéntrico intérprete boricua no recogió su premio, como no lo hicieron tampoco ninguna de las otras celebridades latinas que obtuvieron una victoria.
Los demás ganadores en los apartados específicamente latinos fueron Juanes (por mejor álbum latino alternativo o de rock, gracias a “Origen”), Vicente Fernández (por mejor álbum de música regional mexicana, debido a “A mis 80’s ” y de manera evidentemente póstuma) y Rubén Blades -al lado de Roberto Delgado y su orquesta- (por mejor álbum tropical latino, gracias a “Salswing!”).
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Como lo señalamos ya, ninguno de ellos estaba en el auditorio para recibir su distinción, y el presentador estadounidense que anunció sus respectivos triunfos metió soberanamente la pata al mencionar el logro de “Chente” y decir “él tampoco está”, lo que se podría haber evitado poniendo en el puesto a alguien con un conocimiento mínimo del tema.
Fuera de las categorías estrictamente latinas, el venezolano Gustavo Dudamel, director de la Filarmónica de Los Ángeles, fue uno de los artistas incluidos -en su caso, como conductor- en el triunfo de la obra “Mahler: Symphony No. 8” dentro del rubro de mejor presentación coral. Varios de sus compañeros subieron al podio para hablar, pero el sudamericano no estaba entre ellos.
Los Lobos, el conjunto mexicoamericano de rock y fusión surgido en el Este de Los Ángeles, tuvo también oportunidad de lucimiento al ganar el premio al mejor álbum de ‘Americana’ (un término que se refiere a elementos tradicionales de la cultura estadounidense) por “Native Sons”. Curiosamente, quien subió al podio para agradecer lo otorgado fue el único integrante no latino de la banda, Steve Berlin.
“El concepto de este disco fue la gratitud, el agradecimiento a la ciudad de la que surgimos y a los artistas que nos inspiraron cuando éramos jóvenes”, dijo el tecladista y encargado de vientos en la sala de prensa. “El próximo año vamos a celebrar 50 años de existencia y estamos planeando cómo va a ser eso, aunque no sé cómo se puede celebrar el hecho de que cinco tipos hayan estado dando vueltas por todos lados metidos en una camioneta”.
Carlos Rafael Rivera, un compositor estadounidense de ascendencia cubana y guatemalteca que radica en Los Ángeles, se hizo acreedor al premio a la mejor banda sonora para un medio audiovisual por su trabajo en la aclamada serie de Netflix “The Queen’s Gambit”, aunque, debido a un empate, tuvo que compartir la posición con Jon Batiste, Trent Reznor y Atticus Ross, compositores del brillante empaque musical de la película “Soul”.
El mejor álbum de Latin Jazz fue “Mirror Mirror”, un esfuerzo original de la pianista brasileña Eliane Elias que, además de contar con la participación del legendario -y ya fallecido- pianista estadounidense Chick Corea, tuvo en sus surcos los aportes del igualmente célebre pianista Chucho Valdés, de origen cubano.
Como se puede ver, hubo varias menciones a los nuestros en el segmento de tres horas, que se transmite siempre por la página oficial de los Grammys y a través de su canal oficial de YouTube; pero no pasó lo mismo en lo que respecta a las presentaciones musicales sobre el escenario, en las que estuvimos casi completamente ausentes, lo que se subsanará supuestamente a lo grande en la fiesta que sí se verá en la TV a partir de las 5 p.m. PT.
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En todo caso, ya en las postrimerías del evento de apertura, apareció súbitamente en el tabladillo Mon Laferte, quien había sido nominada por primera vez al Grammy gracias a los méritos de “Seis” y en el rubro de mejor álbum de música regional mexicana (que, como lo indicamos arriba, favoreció a “Chente”).
Dos meses después de dar a luz, la chilena radicada en México ofreció una interpretación ciertamente espectacular de “La mujer”, un poderoso tema de empoderamiento que grabó originalmente a dúo con Gloria Trevi, pero del que se encargó ahora por cuenta propia en el plano vocal -haciendo gala del rango impresionante que la distingue- y que la encontró al lado de una gran orquesta, mientras que, en el fondo, las pantallas gigantes se llenaban con imágenes rojas que simulaban la intensidad del fuego.
El presentador estadounidense de su acto -que no fue el mismo de ‘Chente’- la anunció como “Mon Lafuerte”, cometiendo un error evidente que, visto de otro modo, tenía mucho sentido.
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