Apreciación: 10 canciones imprescindibles de Vicente Fernández
Nadie le habría echado en cara a Vicente Fernández que hubiera flaqueado al principio de su carrera. Después de todo, el cantante tenía el peso de una nación puesto sobre él cuando debutó en 1966.
Los tres mayores íconos de la ranchera en México -Jorge Negrete, Pedro Infante y Javier Solís- habían muerto en la cima de sus carreras en los 13 años anteriores. El compositor de sus grandes éxitos, José Alfredo Jiménez, se estaba muriendo poco a poco por la bebida. Otras estrellas del género -Luis Pérez Meza, Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía- eran populares pero no podían captar al gran público como lo habían hecho Negrete, Infante, Solís y Jiménez.
Fernández sí lo lograría. El título de su segundo álbum, publicado en 1967, creó esas expectativas desde el principio: “La Voz que usted esperaba”.
A lo largo de los siguientes 40 años, Fernández publicó cientos de canciones que le aseguraron su puesto como quinta cabeza junto a Negrete, Infante, Solís y Jiménez en el Monte Rushmore de la ranchera. En cierto modo, los eclipsó. Cuando pensamos en el arquetipo de cantante de rancheras -un hombre con un reluciente traje de charro y un bigote inmaculado cuyo machismo pasa de la fanfarronería a lo patético en cuestión de segundos-, ahora pensamos en el hombre al que los aficionados conocen simplemente como ‘Chente’.
A continuación, se puede ver cómo Fernández se convirtió en otro de sus apodos: El Ídolo de México. Estas no son mis canciones favoritas de ‘Chente’ y definitivamente y probablemente no sean las suyas, pero sigue cronológicamente a uno de los grandes y muestra lo que lo hizo tan consistentemente espectacular.
“Tu Camino y el Mío”, 1969
Los primeros álbumes de Fernández lo encontraron tratando de modular su titánica voz pero sin tener aún la madurez o la habilidad para hacerlo. Son los años de Randy Johnson. Comenzó a desarrollar su potencial con esta canción. “Un montón de recuerdos ingratos/una carta que no he leído”, ruge ‘Chente’, mientras los cuernos lúgubres respaldan su tristeza. Comunica el frenesí depresivo del protagonista -se trata de un tipo que no puede superar a la mujer que le dejó y no sabe cómo seguir adelante- con una entrega tranquila y deliberada. Pero lo que le lleva al límite de la miseria es el estribillo, al que se suma Felipe Arriaga, uno de los pocos cantantes que ha podido igualar el barítono de ‘Chente’. Juntos, los dos elevaron “Tu camino y el mío” a sus cotas más altas y permitieron a México saber que Fernández tenía una buena oportunidad de escalar.
“Volver, Volver”, 1972
El álbum de 1972 “¡Arriba Huentitán!” (El nombre de la ciudad natal de Fernández) fue el primer gran lanzamiento de Fernández. El álbum comienza con “El Jalisciense”, un canto a los rasgos y ciudades de su estado natal, Jalisco. Pero el tema más famoso de “¡Arriba Huentitán!” es “Volver, volver”. Una vez más, Arriaga ayuda a su ‘compa’ en el estribillo de esta canción, tan desgarradora que nada menos que una autoridad de la melancolía como Harry Dean Stanton la cantó para uno de sus últimos papeles en el cine, en “Lucky” de 2017. La canción comienza con un órgano que parece un canto fúnebre, pasa a unos cuernos llorosos respaldados por unos sencillos y fuertes rasgueos de guitarra, y se arrastra hacia la titánica súplica de “Volver, volver”. Ese estribillo en particular es ahora parte del español mexicoamericano del sur de California como los “Doyers”.
“El Rey”, 1972
‘Chente’ versionó algunas canciones de José Alfredo Jiménez -”El Jinete” en su primer disco, “Las Botas de charro” en 1979- pero ninguna fue mejor que esta, un cri de coeur desafiantemente existencial en el mismo tema que “My Way” (que José Alfredo escribió antes que Paul Anka -solo digo). “El Rey” es una de las pocas veces que un cantante ha superado la interpretación original de Jiménez, y forma parte de la vida de los mexicanos en Estados Unidos, hasta el punto de que se interpretó en el AT&T Stadium de Dallas durante un partido de los Cowboys el domingo, y el público cantó y vitoreó.
“La Ley del Monte”, 1975
A pesar de haberse convertido en miembro de la realeza mexicana, ‘Chente’ siempre fue de corazón, un hombre de campo. Sus canciones sobre caballos (“El Moro de Cumpas”), gallos (“Hoy platiqué con mi gallo” - más sobre esto en un momento), y la vida del pueblo siempre lo encontraron en sus más exuberantes comedias rurales. “La Ley del monte” se incluyó en la banda sonora de la película “El Hijo del pueblo” y cuenta la historia de un hombre que había escrito su nombre y el de su amada en una penca de maguey después de una noche de besos, solo para ver cómo ella rompía esa rama cuando se separaron. En la primavera siguiente, todos los magueyes del cerro brotaron con la hoja pintada que declaraba su amor eterno, un poco de realismo mágico que es también una de las grandes revelaciones de la historia ranchera.
“Los Mandados”, 1977
En “Los Demonios”, ‘Chente’ asume el papel de un mojado que entra y sale libremente de Estados Unidos, “300 veces, digamos”, hasta que la odiada ‘migra’ finalmente lo captura y lo golpea. El personaje de ‘Chente’ no solo no tiene miedo, sino que demanda al gobierno por sus abusos. En una época en la que los inmigrantes indocumentados suelen ser retratados como lamentables e indefensos, aquí hay uno orgulloso y sin complejos que se deleita burlándose de
‘Chente’ era un conservador político, partidario durante mucho tiempo del PRI, que cantó de forma infame en la Convención Nacional Republicana de 2000. Sin embargo, era alguien que conocía bien las luchas de sus fans en Estados Unidos y se maravillaba de su determinación al intentar entrar en el Norte, legalmente y no. De ahí esta obra de moralidad anillada por el acordeón, una novedad en la música ranchera pero que aquí se utiliza para evocar la frontera entre Estados Unidos y México, donde reina la música norteña.
“Hoy Platiqué Con Mi Gallo”, 1986
“Hoy platiqué con mi gallo -¿necesita alguna pista más sobre lo country que es esta canción?- Pero lo que podría haber sido fácilmente una problemática celebración de las peleas de gallos (que ‘Chente’ hizo en otras canciones) se convierte en cambio en una sutil crítica al sangriento deporte y a sus aficionados. “¿Por qué me cuidaste tanto?”, le pregunta el gallo a ‘Chente’, “si hoy me tiras a la muerte”, cuando ‘Chente’ echa la culpa a una “maldita apuesta” que ha puesto su vida en peligro, el gallo ya ha oído suficiente. “Voy a salvarte”, le dice a ‘Chente’, y rápidamente mata a su oponente, pero no antes de que el gallo le dé un golpe mortal. Al final, ‘Chente’ advierte a su público: “Nunca hay que traicionar a un amigo”, una frase digna de PETA.
“Mujeres Divinas,” 1988
Una balada lenta y sensual que encuentra a ‘Chente’ en su momento más alto. Es un cantante en una cantina que susurra canciones de lamento a los desconsolados, respaldado por trompetas apagadas y guitarras arpegiadas, cuando un caballero canoso le pide que pare. Los dos discuten sobre quién ha sido más herido, y luego ‘Chente’ concluye: “Mujeres, oh tan divinas mujeres/No hay nada más que hacer que adorarlas”. Lo repite al final, y concluye con un sorprendente sollozo: el macho derrotado.
“Perdón”, 1993
Fernández grabó dúos con todo el mundo, desde Vikki Carr hasta Celia Cruz, pero su mejor compañero fue su hijo Alejandro, apodado ‘El Potrillo’, un hijo con una voz casi tan poderosa como la de su papá. En este tema apologético -grabado originalmente en vivo para el álbum “Lástima que seas ajena”, y retomado años después- padre e hijo se igualan rugido a rugido antes de que Alejandro retroceda para dejar que su padre tenga el solo. A mitad de la versión en directo, el público aplaude, y un ‘Chente’ evidentemente feliz proclama: “¡Ese es mi hijo!” antes de gritarle “¡Ven aquí!” y decirle al público “muy guapo... ¡qué semental!”
“Me Voy a Quitar de en Medio” 1998
Las canciones de ‘Chente’ eran lo suficientemente icónicas como para no pasar de moda, pero su carrera encontró un segundo aire a finales de los 90 gracias a los temas de las telenovelas de éxito. Ese subgénero comenzó con “Me voy a quitar de en medio” de “La Mentira”, una de las novelas favoritas de mi difunta madre. Todavía recuerdo la emoción de los créditos iniciales: En ellos se veía a un ‘Chente’ mayor montando a caballo por delante de una hacienda tan elegante como siempre. Su voz ya no puede alcanzar las notas altas como antes, pero ahora encuentra su vibrato entregando notas sensibles mejor que nunca, envejeciendo como un fino añejo.
“Estos Celos,” 2007
Quizá la última obra maestra de ‘Chente’, esta canción lo encontró versionando a otro legendario cantautor, Joan Sebastian. Con un comienzo atípicamente soleado, salpicado de cálidas trompetas y guitarras centelleantes, seguido de repentinas pausas musicales y una ráfaga de rasgueos de guitarra, “Estos celos” mostró a un maestro que nunca tuvo miedo de experimentar hasta el final. Poco a poco se está convirtiendo en una constante del repertorio del mariachi, uniéndose a todas las canciones anteriores y a docenas más.
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