‘El Potrillo’ brilla en impecable concierto virtual sin guardarse nada
Ante la imposibilidad continua de realizar conciertos masivos con audiencia, muchos artistas están dejando ya de ofrecer sus canciones en transmisiones cortas y de baja calidad, hechas desde sus casas, para ofrecerle ahora a sus seguidores shows completos por los que hay que pagar, sí, pero que cuentan con un gran nivel de producción y los ven subidos nuevamente a un escenario.
Eso es lo que acaba justamente de hacer Alejandro Fernández, quien el día de hoy se trasladó con sus músicos hasta un auditorio indeterminado de Guadalajara, su ciudad de origen, con el fin de ofrecer un espectáculo titulado “América a una sola voz” y disponible tanto en los Estados Unidos como en Centro y Sudamérica.
En realidad, a mediados de mayo, el mismo hijo de “Chente” brindó una presentación gratuita bajo esta misma modalidad con motivo del Día de la Madre, aunque en esa ocasión, el asunto entero, que tuvo como fondo visual a la playa, fue bastante informal y se extendió solo por 45 minutos, mientras que lo de este sábado, que duró dos horas, contó con un sonido excepcional, una cobertura visual de varias cámaras, una transmisión impecable (al menos desde donde lo vimos, en la ciudad de L.A.) y un enorme derroche escénico, incluyendo pantallas gigantes de video, un juego de iluminación realmente profesional y hasta una lámpara colgante que le daba a todo un toque de lo más ‘retro’.
Tras un razonable retraso de algunos minutos, los trámites se iniciaron con las luces bajas y con una melancólica melodía de trompeta que le cedió de pronto el paso a un estallido de luces y al bullicio del mariachi, la sección de vientos, las percusiones y los teclados, enfrascados todos en una interpretación particularmente tropical de “Sin tantita pena”.
Fue realmente extraño no escuchar los aplausos y los gritos habituales entre canción y canción, sino solo silencio; y de hecho, “El Potrillo” no dijo nada hasta que le tocó interpretar la tercera pieza, cuando exclamó simplemente “gracias”.
Un poco más adelante, antes de entonar “La mesa 20” -una composición de profunda raigambre cantinera y procedente de su álbum más reciente, “Hecho en México”-, se dirigió de manera más extensa a los espectadores ausentes, diciendo: “Este ha sido un año que nos ha puesto a prueba, por lo que hoy quiero celebrar la vida”.
En un dueto inesperado, los famosos cantantes deciden juntar sus voces en un nuevo tema titulado “Que se sepa nuestro amor”
Después, al anunciar su lograda adaptación de la balada de Miguel Gallardo “Hoy tengo ganas de ti”, comentó que esta iba a llegar con arreglos nuevos para que la audiencia virtual pudiera cantarla desde donde la escuchara; y lo cierto es que, secundada por los intensos aportes de su trompetista, la pieza resultó sobrecogedora.
El ambiente campirano, ligero y divertido se impuso con “Unas nalgadas”, e inmediatamente después, se regresó al material del último álbum con “Más no puedo”, aunque sin la presencia de Christian Nodal, quien la grabó a dúo con él.
Tras una serie de temas que iban de la ranchera al pop y que pasaban de ahí a la balada, como suele suceder con su propuesta, “El Potrillo” anunció que lo que venía era “un momento súper especial del show”, antes de abocarse a un pequeño set acústico, con guitarra y armónica, que se inició con “Por tu amor” y siguió con una versión de “Eso y más” dedicada no solo a su autor original -el desaparecido Joan Sebastian-, sino también “a los médicos, a los trabajadores de salud y sobre todo a México”.
Pese a que, en consonancia con su postura habitual, el ilustre jalisciense no habló de política, antes de entonar la desgarradora ranchera “Sin palabras”, se tomó el tiempo necesario para dirigirse de manera específica a los hispanos que viven en Estados Unidos con el fin de aludir a una situación absolutamente coyuntural.
“Creo que en México y el resto del mundo estamos viviendo un increíble despertar”, aseguró. “Hoy, más que nunca, es importante que los latinos hagamos escuchar nuestra voz. El voto es un deber y un derecho para poder hacer los cambios que necesita este mundo”.
Cuando llegó el turno de “Mentí”, que grabó con su padre para el “Hecho en México”, se tuvo la esperanza de que apareciera de pronto el legendario Vicente; pero no fue así, aunque hizo bien las partes más graves. Y el resto del repertorio incluyó un regreso a lo campirano con “Cascos ligeros”; más de pop ranchero con “Me dediqué a perderte”; una ranchera hecha y derecha llamada “¿Dónde vas tan sola?” -que concluyó con una virtuosa extensión vocal- y, por supuesto, la presentación de la ya clásica “Como quien pierde una estrella”, convertida en cierre ‘oficial’ de una faena en la que no sonó “Que se sepa nuestra amor”, su nueva colaboración con Mon Laferte.
Curiosamente, pese a la ausencia de público, hubo un extenso ‘bis’ que se anunció como tal en nuestras pantallas con el empleo de un cartel, y que incluyó el éxito bailable “Canta corazón”, el reclamo amoroso de “Caballero” y el muy moderno corte “Se me va la voz”, que se convirtió en un ‘gran final’ un tanto anticlimático.
Enfundado en su traje ranchero y llevando el pelo plateado más largo y alborotado de lo habitual (lo que le daba un ‘look’ muy moderno), Fernández exhibió un impresionante despliegue vocal y no incurrió en ninguna de esas faltas de las que se le ha acusado a veces como supuesta consecuencia del exceso de bebidas, lo que le permitió demostrar que se encuentra en excelente estado.
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