¿Quién tendrá prioridad para las vacunas contra el COVID-19?
Un panel asesor de EE.UU dice que las decisiones sobre quién debe tener prioridad para las vacunas COVID-19 deben centrarse en las zonas desfavorecidas para remediar las disparidades raciales de salud.
Un panel asesor de EE.UU hizo recomendaciones el viernes sobre quién debería ser el primero en la fila para recibir dosis de la vacuna COVID-19, incluida una petición de esfuerzos especiales por parte de los estados y las ciudades para administrar las vacunas a los grupos minoritarios de bajos ingresos.
Como se esperaba, el panel recomendó que los trabajadores de la salud y los socorristas tengan prioridad cuando los suministros de vacunas son limitados. Las inyecciones deben ser gratuitas para todos, indicó el panel. Y a lo largo de la campaña de la vacuna, los esfuerzos también deben centrarse en las áreas desfavorecidas para remediar las disparidades raciales de salud, según el informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina.
“Todo el mundo sabe por las noticias cuán mortal ha sido esto para las minorías”, dijo el Dr. William Foege de la Escuela de Salud Pública Emory Rollins, copresidente del panel. “Dijimos que el racismo es la causa fundamental de este problema”.
“Este virus no tiene concepto de color, pero sí un muy buen concepto de vulnerabilidades”, agregó.
El brote de coronavirus ha provocado un número desproporcionado de hospitalizaciones y muertes entre residentes negros, latinos y nativos americanos. Las razones son complejas, pero se cree que las disparidades se deben en parte al hecho de que es más probable que trabajen en puestos de primera línea con un mayor riesgo de estar expuestos al coronavirus. También es posible que tengan tasas más altas de pobreza, acceso deficiente a la atención médica y afecciones médicas crónicas asociadas con enfermedades graves.
Los autores del informe vieron su trabajo como “una forma de abordar estos errores”, escribieron.
Los funcionarios federales de salud tendrán la última palabra sobre la distribución de las 300 millones de dosis de vacunas que el gobierno está comprando bajo la Operación Warp Speed de la administración Trump. En la práctica, los departamentos de salud estatales y locales, en última instancia, tendrán control sobre dónde instalan las clínicas de vacunación.
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El documento de las Academias Nacionales expone oleadas sucesivas de distribución de vacunas a medida que aumenta la fabricación:
• Cuando los suministros escasean, las primeras dosis deben ir a los trabajadores de la salud de alto riesgo en hospitales, hogares de ancianos y aquellos que brindan atención domiciliaria. Los primeros en responder también estarían en este grupo.
• A continuación, los residentes mayores de hogares de ancianos y otras instalaciones abarrotadas y personas de todas las edades con problemas de salud que los ponen en peligro significativo. El informe expone que no está claro qué condiciones de salud deberían incluirse. Enumera el cáncer, la enfermedad renal crónica y la obesidad entre las posibilidades.
• En el siguiente grupo, maestros, trabajadores de cuidado infantil, trabajadores en industrias esenciales (las categorías laborales específicas pueden variar según el estado) y gente que vive en refugios para personas sin hogar, hogares colectivos, prisiones y otras instalaciones.
• Una vez que aumenten los suministros, niños sanos, adultos jóvenes y todos los demás.
Varias vacunas candidatas se encuentran en las etapas finales de pruebas en humanos, pero ninguna ha sido aprobada todavía. Se espera que los suministros iniciales sean limitados. Muchos expertos en salud predicen que una vacuna no estará disponible para todos los estadounidenses hasta mediados o finales del próximo año.
El informe sugiere que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades podrían retener el 10% del suministro de vacunas para los “puntos críticos” identificados a través de una herramienta llamada Índice de Vulnerabilidad Social, que se basa en datos del censo que incorporan raza, pobreza, viviendas hacinadas y otros factores.
Los funcionarios de salud estatales y locales podrían usar la misma herramienta. El índice fue desarrollado por los CDC para ayudar a identificar las comunidades que pueden necesitar apoyo en emergencias, como huracanes.
Pero el uso de la raza, incluso como parte de un enfoque basado en datos, invita a desafíos judiciales y controversia, advirtieron algunos expertos.
“El país ya está dividido”, manifestó Gary Puckrein del National Minority Quality Forum, un grupo de defensa sin fines de lucro. “¿Vamos a dar prioridad a los afroamericanos e hispanos sobre los blancos para darles la vacuna porque tienen un mayor riesgo?”
Eso puede ser apropiado, señaló Puckrein, “pero va a requerir mucha promoción y bastantes explicaciones. No va a saltar de la planeación y suceder”.
Usar la raza para priorizar las vacunas “podría terminar en la Corte Suprema”, consideró Larry Gostin, profesor de la Universidad de Georgetown que ha asesorado a administraciones republicanas y demócratas sobre temas de salud pública.
“Con una fuerte mayoría conservadora, la corte bien podría anular cualquier preferencia racial”, dijo Gostin. “El racismo estructural en Estados Unidos ha resultado en tasas mucho más altas de enfermedad y muerte entre las personas de color. Debemos encontrar formas legales de proteger a la gente desfavorecida contra el COVID-19”.
Es posible que los departamentos de salud locales realmente no necesiten una herramienta como este índice, dijo el Dr. Jeff Duchin, funcionario de salud pública de Seattle y el condado de King.
“La mayoría de los departamentos de salud locales y estatales saben dónde viven sus comunidades vulnerables y dónde residen sus poblaciones negras, hispanas e indígenas”, dijo Duchin. “No sorprenderá a nadie hacia dónde queremos apuntar y hacer que la vacuna esté disponible”.
En Chicago, los residentes negros representan aproximadamente el 29% de la población de la ciudad, pero el 43% de las casi 3.000 muertes por COVID-19. La ciudad utilizó sus propios datos para realizar pruebas móviles en las comunidades más afectadas por COVID-19.
Lo que funcionó para las pruebas podría funcionar para las vacunas. Chicago está explorando si los parques del vecindario, las despensas de alimentos y los colegios comunitarios podrían ser lugares de vacunación, aunque el almacenamiento a temperaturas extremadamente bajas, requeridas por algunos de los candidatos a vacunas, podría requerir una distribución más centralizada, dijo la Dra.Candice Robinson, directora médica del Departamento de Salud Pública de Chicago.
Las prioridades de las Academias Nacionales serán consideradas por el Comité Asesor de Prácticas de Inmunización de los CDC mientras redacta sus propias recomendaciones. En la reunión del panel del 22 de septiembre, el personal de los CDC presentó mapas uno al lado del otro, mostrando qué tan cerca el Índice de Vulnerabilidad Social refleja los casos y muertes de COVID-19.
Los departamentos de salud pública estatales y locales tendrán flexibilidad en cómo implementar las recomendaciones, expuso el presidente del comité, el Dr. José Romero, secretario de salud de Arkansas. Las minorías están sobrerrepresentadas en la atención médica y otras industrias esenciales, por lo que priorizar esos grupos, en teoría, debería aumentar el acceso de las personas negras e hispanas.
Lo que es más urgente ahora, apuntó, es la necesidad de comenzar a explicar los controles independientes establecidos para asegurarse de que las vacunas sean seguras. Compartir los datos de seguridad de las inmunizaciones cuando estén disponibles aumentará la confianza entre los grupos que dudan en recibir las vacunas, manifestó.
“Entre la población latina de mi estado, escucho términos como ‘experimentación’. La gente dice: ‘No queremos recibir esto hasta que se demuestre que es seguro en otras poblaciones’”, dijo Romero. “Puedes tener la mejor vacuna del mundo, pero si las personas no tienen confianza en esa vacuna, no servirá de nada. Permanecerá en el estante”.
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