Ante la reapertura de las empresas, ¿qué pasa con tu trabajo si eres mayor o estás enfermo?
Las personas mayores y las que tienen problemas médicos preexistentes corren un mayor riesgo de contraer el coronavirus. ¿Cómo volverán a trabajar cuando los negocios se reabran?
No hay distanciamiento social para Venda Ripke en el trabajo. La maestra de 41 años a menudo se encuentra cara a cara con los jóvenes estudiantes en sus clases de educación especial en la Escuela Primaria Newcastle.
Los estudiantes con trastornos de aprendizaje, autismo y otras afecciones se benefician, dice, de la interacción cercana. Y eso es un problema en la era del coronavirus, especialmente porque Ripke tiene diabetes tipo 1 y otras dolencias médicas.
“Soy una persona discapacitada y trabajo con estudiantes discapacitados”, expuso Ripke, quien no ha enseñado en la escuela Reseda desde que el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles envió a los alumnos a casa en marzo. “Siento que ni siquiera puedo caminar fuera de mi casa. Imagínese si me pidieran que volviera al trabajo”.
Con unos 39 millones de estadounidenses que presentan reclamos de desempleo desde que estalló la pandemia y el temor de otra Gran Depresión, abrir los lugares de trabajo se ha convertido en una prioridad. Esa es una proposición complicada ya que la cantidad de casos de coronavirus y muertes aumenta, incluso si la tasa de transmisión se ralentiza en algunos lugares. Pero para los trabajadores especialmente vulnerables a las complicaciones de COVID-19, el regreso al empleo puede parecer una sentencia de muerte. Ese no es un grupo pequeño.
Según un análisis de Kaiser Family Foundation, alrededor de 41 millones de estadounidenses de entre 18 y 64 años corren el riesgo de sufrir complicaciones graves debido a COVID-19 por afecciones subyacentes como diabetes, asma no controlada y enfermedades cardíacas. También están en riesgo los estadounidenses mayores de 65 años, de los cuales aproximadamente 10.4 millones permanecen en la fuerza laboral, un grupo de edad que representa el 80% de las muertes por COVID en EE.UU.
La búsqueda de empleo en una economía incierta ya es bastante difícil. Añade el miedo a contraer el coronavirus, las cuarentenas domiciliarias y las congelaciones de contratación, y la caza se hace más difícil.
Ya hay evidencia de que las comunidades vulnerables están pagando un precio, con afroamericanos, latinos y otras minorías muriendo a tasas más altas que sus contrapartes blancas y asiáticas, según un análisis del Times. Varios factores explican la disparidad, entre ellos el hecho de que dichos grupos tienen más probabilidades de realizar trabajos orientados al consumidor y padecen condiciones de salud subyacentes, como diabetes y presión arterial alta.
“El COVID realmente ha puesto en primer plano una sensación de vulnerabilidad que es mucho más grande de lo que pensábamos”, dijo Eileen McNeely, directora ejecutiva del programa SHINE de Harvard T.H. Chan School of Public Health, quien investiga cómo desarrollar lugares de trabajo sostenibles y saludables. “Todos hemos comenzado a prestar atención a quién muere a un ritmo mayor”.
Si bien la ley federal brinda protecciones especiales para los trabajadores que tienen discapacidades o son mayores, en última instancia, pueden ser llamados a regresar al lugar de trabajo, incluso si no pueden estar 100% seguros. Y si los empleadores intentan evitar que ciertos empleados vuelvan a sus puestos de trabajo, podrían enfrentar reclamos de discriminación por parte de empleados mayores y discapacitados.
Las complicaciones de regresar a millones a sus empleos han provocado una gran actividad en Capitol Hill. La Cámara de Comercio de Estados Unidos está buscando amplias protecciones de responsabilidad para los empleadores en caso de que los trabajadores o clientes se enfermen, mientras que la AFL-CIO presentó una demanda el lunes exigiendo que la Administración Federal de Seguridad y Salud Ocupacional emita estándares de emergencia estrictos para proteger mejor a los trabajadores.
En California, el gobernador Gavin Newsom firmó una orden ejecutiva temporal que crea la presunción de que si un empleado se enferma en el trabajo, se deben canalizar tales casos al sistema de compensación de trabajadores.
Sin embargo, los problemas que involucran a los trabajadores vulnerables son aún más complejos.
La Ley de Estadounidenses con Discapacidades, exige a los empleadores que brinden las llamadas “adaptaciones razonables”, según sea necesario, a los trabajadores diabéticos o asmáticos o que padecen otras afecciones que se consideran discapacidades. La Ley de discriminación por edad en el empleo ofrece a los trabajadores mayores de 40 protecciones contra la discriminación en función de su edad.
Si la turbulencia económica inducida por la pandemia dura más allá de Memorial Day, cerca de la mitad de las pequeñas empresas de Estados Unidos podrían estar en peligro de cerrar, según una encuesta.
Las preguntas persisten sobre si tales protecciones resguardarán a los trabajadores que son mayores o que tienen afecciones médicas en el momento del coronavirus y cómo lo harán.
“Definitivamente es un campo minado para los empleadores”, dijo Walter Stella, abogado laboral en Cozen O’Connor, que representa a los empleadores. “El análisis tradicional de colocación razonable requiere que los empleadores acomoden a los trabajadores discapacitados para que puedan continuar desempeñando las funciones esenciales de sus empleos. El objetivo de la ley no es darles a los trabajadores un espacio razonable para que no se contagien de coronavirus.
Ese análisis legal contrarresta las demandas de los defensores de los empleados que dicen que proporcionar un lugar de trabajo seguro es el deber fundamental de los empleadores en medio de la pandemia. Sin embargo, en términos prácticos, Stella está de acuerdo en impulsar las interacciones entre empleadores y empleados para resolver el problema de la seguridad en el lugar de trabajo a medida que se abran más empresas sin tratamientos comprobados para COVID-19 y una vacuna posiblemente a una distancia de un año o más.
En algunos lugares, un trabajador vulnerable puede sentirse protegido simplemente si el distanciamiento social, las mascarillas y otras prácticas de seguridad ahora comunes están vigentes para todos los empleados. Sin embargo, eso puede no ser adecuado, en otros lugares o en trabajos que generalmente requieren una estrecha interacción interpersonal.
“Es como meterse en la maleza, por así decirlo, para buscar ese lugar de trabajo, e intentar encontrar uno que sea seguro”, dijo Nellie Brown, higienista industrial certificada y directora de Programas de Salud y Seguridad Laboral para el Instituto del Trabajo en la Escuela de Relaciones Industriales y Laborales de Cornell.
Hacer una adaptación no siempre es difícil. Un trabajador vulnerable podría continuar teletrabajando mientras que otros regresan al lugar de empleo, o proporcionarle una oficina con la puerta cerrada. En una fábrica, dicho trabajador podría ser puesto al final de la línea de montaje.
Pero esos son ejemplos simples y pueden no ser adecuados. Entre los brotes más notables de COVID-19 se encuentran las plantas empacadoras de carne, donde los empleados trabajan en espacios confinados en líneas de montaje rápidas, lo que provoca quejas por parte de los trabajadores en relación a equipos de seguridad inadecuados y obliga a paradas temporales.
Y están las situaciones a las que se enfrentan trabajadores como Ripke, que no pueden imaginar cómo podría llevar a cabo su trabajo de manera adecuada, ya sea de forma remota o usando una máscara mientras practica el distanciamiento social. “Es una posición tan práctica, cercana y personal en la que estoy. Trabajo con niños pequeños de preescolar a quinto grado. Ellos no entienden el lavado de manos y la mascarilla en la cara”, expuso.
En California, los casos de coronavirus y las muertes están aumentando más rápido de lo que esperaban los investigadores, según los últimos cálculos de un modelo ampliamente confiable del brote de COVID-19.
En respuesta a las preocupaciones de Ripke, un portavoz del distrito dijo que LAUSD está trabajando con varias agencias con el objetivo de “proporcionar a los empleados, incluidos aquellos con vulnerabilidades al COVID-19, todas las oportunidades posibles para continuar laborando”.
Hay otras opciones para trabajadores como Ripke, pero no son necesariamente ideales. Uno sería utilizar el tiempo de licencia personal, algo que Ripke teme que pueda verse obligada a hacer. Pero con la pandemia que no se espera que desaparezca durante mucho tiempo, eso sería sólo una solución temporal.
Los empleadores también pueden asignar a dichos trabajadores a labores más seguras. Si bien esa es una posibilidad en grandes corporaciones o distritos escolares, puede que no sea una opción en las pequeñas empresas, donde un empleado podría no tener esa suerte.
“En algún momento puede ser que la persona sea elegible para la jubilación o la jubilación por discapacidad, pero eso es todo. El empleador habría cumplido con sus deberes bajo la ADA. Los empleadores no tienen que mantener indefinidamente a nadie con licencia”, expuso Sharon Rennert, asesora fiscal principal en la división ADA de la EEOC. “Básicamente sería terminar la relación laboral”.
O los trabajadores podrían simplemente irse o retirarse por su propia cuenta, ya sean vulnerables o no, algo que los empleadores en negocios esenciales donde la interacción con el público es una parte central de su trabajo ya han experimentado.
“Sé que hemos tenido algunos asociados que no han regresado a trabajar y probablemente sólo lo hacen por autoconservación”, dijo John Votava, director de asuntos corporativos de Ralphs, la cadena de supermercados, que ha permanecido abierta durante toda la pandemia.
Sin embargo, es poco probable que abandonar el lugar de trabajo sea una opción deseada por la mayoría de los trabajadores mayores o médicamente vulnerables, que necesitan el dinero o disfrutan de sus empleos.
La abogada Wendy Musell, ex presidenta de la Asociación de Abogados de Empleo de California, un grupo que representa a los empleados, señaló que es probable que la pandemia presente nuevos casos que involucran a trabajadores que sienten que su salud está en riesgo, pero también aquellos que no quieren ningún trato especial.
“Hay trabajadores mayores y personas con discapacidades que quieren venir a trabajar”, dijo. “Si el empleado dice: ‘Bueno, puedo usar una mascarilla o estar en mi oficina. Esto no es un problema’, y el empleador responde: ‘No vamos a permitir que vengas a trabajar’, creo que habrá algunos casos interesantes”.
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Stella estuvo de acuerdo, señalando que existe la posibilidad de que “ninguna buena acción quede impune: por ser demasiado protectora para ciertos empleados y luego hacer que esos mismos empleados digan: ‘Bueno, esperen un minuto. Me está tratando de manera diferente debido a mi edad o por mi afección médica’”.
De hecho, AARP teme que las ganancias que los trabajadores mayores han logrado en el lugar de trabajo puedan perderse en el entorno actual, ya que los empleadores buscan minimizar los riesgos que enfrentan ellos y los empleados de una enfermedad que ha afectado particularmente a los ancianos. “Se recomienda, si es posible, continuar permitiéndoles teletrabajar para que no se contagien por el coronavirus”.
“Los empleadores deben ser muy cuidadosos al traer de vuelta a sus trabajadores”, dijo Susan Weinstock, vicepresidenta de programación de resiliencia financiera en el grupo de defensa. “Pero ciertamente no queremos que sea una forma de institucionalizar la discriminación por edad. Antes de la pandemia, las cosas iban realmente bien para los empleados mayores”.
Si bien la ley federal de discriminación por edad no exige que los empleadores ofrezcan adaptaciones razonables para los trabajadores mayores, sí requiere que los empleadores brinden igualdad de oportunidades para aquellos que tienen 40 años o más. Hablando en términos prácticos, eso impediría a los empleadores establecer una política general que impida que los trabajadores mayores de cierta edad regresen al lugar de trabajo.
“No hay nada mágico al tener entre 59 y 60 años, y hasta podría haber trabajadores que estén en la mejor forma a los 59 o 60 en relación a aquellos que tienen 25, 35, 45”, manifestó Musell. “Creo que esto va a ser muy delicado”.
Y eso es especialmente cierto en una época en que los baby boomers se mueven hacia la jubilación, pero permanecen en el lugar de trabajo en grandes cantidades.
Ashley Martin, profesora asistente de comportamiento organizacional en Stanford Graduate School of Business, dijo que existe un prejuicio por la edad por parte de los trabajadores más jóvenes que piensan que los mayores bloquean su capacidad de ascender o están absorbiendo recursos financieros a través de la atención médica, la jubilación y otros beneficios.
“Ya existe la sensación de que están sacrificando mucho de lo que deberían tener porque las personas mayores todavía están cerca, aún trabajan y viven más que nunca”, destacó. “Estoy preocupada por eso”.
La experta señaló una investigación que mostró que las madres que tomaron tiempo flexible experimentaron prejuicios y recomendó que los empleadores enmarquen políticas que beneficien a los trabajadores mayores como las que están disponibles para todos los empleados. “Lo que están haciendo para los trabajadores de más edad debe enmarcarse como una política holística o implementarse a nivel holístico”, indicó.
En medio de las preguntas sin respuesta, tanto los empleados como los empleadores han estado buscando cierta claridad.
En Washington, una de las principales prioridades de la Cámara de Comercio de Estados Unidos es lograr que los empleadores tengan un llamado “puerto seguro legalmente” de las demandas de los trabajadores o clientes que aleguen que adquirieron COVID de un lugar de negocios. La propuesta cuenta con el apoyo de algunos republicanos destacados, pero se oponen los demócratas y los trabajadores.
El Plan Nacional de Regreso al Trabajo de la cámara también busca protecciones legales que surgen de presuntas violaciones de la ADA y la ley de discriminación por edad, como por ejemplo, de los trabajadores que dicen que se retrasaron en su regreso al empleo, retornaron al trabajo demasiado pronto o no recibieron ajustes razonables.
Neil Bradley, director de políticas del congreso de EE.UU, dijo que si bien las conversaciones se han centrado en una amplia “responsabilidad por exposición al contagio”, el tema de las demandas por discriminación no se ha dejado de lado. “Hemos tenido absolutamente discusiones con los legisladores para asegurarnos de que seguir la guía de salud pública no te haga tropezar de alguna manera”, manifestó.
Las propuestas de la cámara se basan en la idea de que si los empleadores siguen una guía de salud pública establecida, no deberían quedarse con el cargo en caso de que los trabajadores o clientes se enferman, pero los defensores de los empleados dicen que la ley ya proporciona suficientes protecciones legales para los empleadores. Musell califica a la propuesta de la Cámara como “imposible”.
Mientras tanto, la AFL-CIO ha desafiado la noción de que existen estándares nacionales adecuados, incluso cuando los Centros para el Control de Enfermedades, la EEOC y varias agencias estatales y locales han emitido un tumulto de regulaciones y orientación para el lugar de trabajo. Presentó además, una petición de emergencia exigiendo que OSHA emita normas por COVID legalmente vinculantes para los lugares de empleo.
En respuesta, un portavoz del departamento calificó la demanda como “contraproducente: y dijo que la agencia está “trabajando todo el día” para proteger a los trabajadores estadounidenses.
Mientras tanto, las empresas ya están abriendo en todo el país, un proceso que proporcionará cierta claridad en sí mismo, dijo Stella, de Cozen O’Connor.
“Nadie sabe realmente cómo se desarrollará esto hasta que la economía en verdad comience a abrirse y todos regresen al trabajo”, expuso.
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