Alrededor de 41 millones de jóvenes de la Generación Z están habilitados para votar en estas elecciones presidenciales, de ellos 8.8 millones son latinos, según la Universidad de Tufts
- En las elecciones de este martes, al menos 36.2 millones de personas latinas serán elegibles para votar.
- De acuerdo a una encuesta de UnidosUS, entre los nuevos electores habilitados para estos comicios el 36% se identifican como independientes o no partidistas.
LOS ÁNGELES — El día de las elecciones los reflectores estarán enfocados principalmente en Kamala Harris y Donald Trump; pero para un sector de la población latina en California estos dos candidatos no necesariamente son su prioridad. En una contienda tan reñida el voto latino puede inclinar la balanza y, en particular, los electores jóvenes tendrán un papel crucial.
En esta elección presidencial no todos los votantes jóvenes saldrán a respaldar el bipartidismo. Aunque piensan ejercer su derecho, su voto tendrá un mensaje de protesta.
“Son pocos los jóvenes que conozco que quieren a Kamala y unos cuantos quieren a Trump”, comenta Yessy Camacho, de 28 años, estudiante de la maestría en Políticas Públicas en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Esta joven piensa que en su generación existe un rechazo y un descontento con los partidos tradicionales.
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En estos comicios presidenciales, 41 millones de electores de la Generación Z —es decir los jóvenes menores de 29 años— son elegibles para votar, según datos del Center for Information and Research on Civic Learning and Engagement, de la Universidad de Tufts. Las personas de color representan el 45%, de ellas el 22% son personas latinas (8.8 millones).
“Todo me preocupa, porque obviamente un candidato es peor que el otro. La mayoría de las personas están cansadas —del bipartidismo—, especialmente nosotros, la Generación Z”, añade Camacho, graduada de la licenciatura en Sociología en la Universidad de California en Irvine, quien votó por primera vez en el 2016.
En el pasado, los jóvenes han expresado poco interés en la política, sostiene Suyapa Portillo Villeda, profesora de Historia y Estudios Transnacionales en Pitzer College. Pero a partir del 2008, en el contexto de la campaña que llevó al poder al presidente Barack Obama, se dio un viraje en esa tendencia, indica la académica.
La historiadora explica que el tema que más le preocupa a los jóvenes es la guerra de Israel contra Palestina, avivada por las redes sociales. Son ellos los que se han movilizado en las grandes universidades y han realizado protestas en diferentes ciudades de Estados Unidos, preocupados por las masacres y los derechos humanos.
“La juventud está rebelándose”, apunta Portillo Villeda, asegurando que este sector poblacional tiende a votar más progresista que sus padres, pero en este momento “hay una desilusión completa con los partidos demócrata y republicano, y aun escogiendo a Kamala Harris no se resuelven los problemas”.
En las elecciones de este martes, al menos 36.2 millones de personas latinas serán elegibles para votar, según datos del Centro Pew. Al final, emitirán su sufragio un poco más de la mitad, es decir alrededor de 17.5 millones, como lo anticipan las instituciones especializadas.
Adriana Cabrera, de 32 años y residente en el sur de Los Ángeles, participará en su cuarta elección presidencial. En las tres anteriores favoreció con su voto a los demócratas. Pero, ahora, se siente desencantada con el sistema político. A ella le preocupa la guerra en Gaza, la economía, los préstamos estudiantiles y la migración, entre otros temas.
Esta joven, estudiante de la Escuela de Leyes de la Universidad de La Verne, entiende que para su comunidad una reforma migratoria sería vital, aunque tampoco olvida que Obama la prometió y lo que dejó fue una cifra récord de más de 3 millones de deportados. Biden repitió en su campaña la promesa y no la cumplió.
“Pienso que ya es tiempo que dejen de jugar con las personas inmigrantes, cada vez que hay una elección usan el tema para agarrar votos y crear miedo; prometen que van a hacer mucho, pero nada más lo usan como un eslogan de campaña”, critica de forma punzante.
Al ver los nombres de Harris y Trump, Cabrera siente que no conecta con nadie, no le cree a ninguna de esas personas. “Estoy tan decepcionada de la política, voy a votar porque lo tengo que hacer, no porque de veras quiero”, indica la graduada de la licenciatura en Políticas Públicas de la Universidad Estatal de California en Northridge.
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La primera vez que Edna Sandoval, de 34 años, participó en una elección presidencial fue en el 2016, poco después de naturalizarse estadounidense. Lo que ella más cuestiona es la política militar de Estados Unidos, abanderada por los dos partidos mayoritarios; igual le inquieta el calentamiento global y todo lo relacionado a la salud.
Desde que llegó de Guatemala, ella se involucró en el activismo comunitario. Entre los organizadores y educadores locales, revela esta joven, se les está pidiendo a las bases que si no van a votar en la elección presidencial, que pongan atención en las proposiciones que están en la boleta y voten en los cargos a nivel municipal y estatal, así como en el Congreso.
“He visto un descontento con el tema partidario”, observa Sandoval, graduada de la maestría en Estudios Latinoamericanos de la UCLA en el 2022. “Tenemos que seguir organizándonos, porque para los demócratas o republicanos, las comunidades migrantes no han sido prioridad, siempre nos han visto como una fuerza de trabajo”.
—¿Qué piensas de Donald Trump? —le pregunto.
—Es una de las verdaderas caras de Estados Unidos que los migrantes no quieren enfrentar.
—¿Y de Kamala Harris?
—Es la representación de los demócratas que siguen perpetuando el neoliberalismo y el capitalismo, pero que hace sentirse bien a las personas moderadas.
Cuando Obama fue reelecto en el 2012, Cristina García llegó a la Asamblea de California. Entonces, ella tenía 35 años. Justamente, algunos de los temas que más alteran a los jóvenes —el medio ambiente y el calentamiento global— son los que esta hija de inmigrantes mexicanos trabajó como legisladora durante 10 años en Sacramento.
“Tengo mucho miedo”, dice la oriunda de Bell Gardens sobre el futuro del país.
Lo que le angustia a esta exasambleísta es que si gana Trump está en juego la democracia y la institucionalidad de Estados Unidos. Se le viene a la mente el asalto al capitolio en Washington D.C. en enero de 2021. Considera que los grupos extremistas y supremacistas se exacerbarán alentados por el discurso que promueve el expresidente.
Al conocer la postura de jóvenes fastidiados con el bipartidismo, García plantea que lo importante es votar. A su juicio, mientras exista un sistema democrático, las voces críticas y disidentes pueden tener un espacio, pueden luchar desde diferentes trincheras para que su agenda sea escuchada.
“No es nada más un voto o decirlo una sola vez, en la democracia requiere que sigamos participando todos los días”, valora la exlegisladora. “En este punto no se trata si un partido o un candidato es perfecto, sino en que si vamos a dejar expuestas a nuestras comunidades más vulnerables a los daños de una presidencia de Trump”.
Si el voto de los jóvenes irritados no lo recibe Harris, dice el estratega político Luis Alvarado, beneficiará a Trump. Incluso aunque el sufragio vaya para un tercer partido. Plantea también que las promesas incumplidas de Obama y Biden tendrán un impacto, pero “lo único que salva a los demócratas del enojo de la comunidad latina es que Trump da más pavor”.
“Si Trump llegase a ganar, sería darle licencia a los individuos que lo siguen para que hagan una purga de aquellos que no son anglosajones. El mismo Trump ha dicho que va a sacar a millones de inmigrantes que han entrado al país, incluidos ciudadanos hijos de inmigrantes que tienen protecciones constitucionales”, añade Alvarado.
En un estudio de la UCLA, en colaboración con el Petersen Institute for International Economics, se revela que si ocurren deportaciones masivas producirá un golpe económico, tanto a Estados Unidos como a México, el mayor afectado. Eso significa que el Producto Interno Bruto caerá un 4% en suelo estadounidense y un 16.3% en territorio mexicano.
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Como consecuencia, habría un impacto en las exportaciones de México, en donde también tendrán un aumento de la fuerza laboral y el desempleo, agrega Raúl Hinojosa-Ojeda, investigador principal y profesor del Departamento de Estudios Chicanos de la UCLA. El experto subraya que si fueran deportados 1.3 millones de trabajadores, las remesas bajarían un 11.7%. La comunidad mexicana envió más de 63 mil millones de dólares en remesas en el 2023.
“No hay duda que esta es la elección más importante del país desde 1860 y absolutamente lo que está en juego es el futuro de las instituciones políticas y democráticas de Estados Unidos”, advierte Hinojosa-Ojeda. “A diferencia de hace ocho años, esta vez Trump ha planteado un ataque frontal contra la democracia”.
El día está nublado. Camacho salió con su mochila de una clase de la UCLA directo a la cafetería, sobre el bulevar Westwood, en donde pactamos la entrevista. Viste jeans y un suéter negro. Esta joven nació en Los Ángeles, pero creció en Pomona. Sus padres llegaron de Jalisco, México, en los 90. “Ellos tienen residencia, todavía trabajan”, indica.
En enero de 2017, esta joven fue a Anaheim a protestar contra Trump, cuando asumió su mandato. En enero de 2021 fue al centro de Los Ángeles a celebrar que el republicano dejó el poder. “Trump va a tratar de deportar a mucha gente, mis papás son inmigrantes, eso sí da miedo”, confiesa.
La primera vez que votó, en el 2016, apoyó al partido demócrata; en el 2020 respaldó a Howie Hawkins, candidato del partido verde.
En las pasadas elecciones, en el condado de Los Ángeles al menos 1.2 millones de personas no votaron por Biden. Esos sufragios se distribuyeron entre Hawkins (21,660), Trump (1.1 millones), Jo Jorgensen (35,452), Roque “Rocky” De La Fuente Guerra (15,999) y Gloria De La Riva (15,917).
“Mientras más gente vote por un tercer partido, se va a notar el rechazo y nosotros somos los que vamos a votar en los siguientes años”, comenta Camacho, advirtiendo que los jóvenes de la Generación Z crecieron con la tecnología, consumen noticias en las redes sociales y hacen búsquedas de temas que le interesan en plataformas especializadas.
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Hace ocho años su candidato favorito era Bernie Sanders. Al momento que nos daba esta entrevista no sabía por quién votar, pero estaba segura que no era por Trump ni Harris.
“El historial de las políticas de Kamala no son buenas, ella es propolicía, ella fue fiscal y sus políticas hicieron que más personas fueran a la cárcel”, rememora Camacho sobre la aspirante demócrata. En cambio, piensa que Trump “ayudará al 1% de la población, a la gente que es más rica, no nos ayudará a nosotros; soy estudiante, tengo que trabajar para vivir y comer”.
De acuerdo a una encuesta elaborada por UnidosUS, entre los nuevos electores habilitados para estos comicios el 36% se identifican como independientes o no partidistas, una cifra que dobla a los votantes establecidos que tienen la misma inclinación (18%).
Muchos de esos nuevos electores son jóvenes y que se alejen de los partidos tradicionales no le sorprende a Fermín Vásquez, de 37 años, quien en los últimos 15 años ha trabajado en campañas políticas y manejado estrategias de comunicación digital. “La causa principal es que las campañas políticas no están hablando directamente a los votantes jóvenes de color”, dice el experto.
“Tampoco están hablando en los medios en donde están los votantes, no crean contenido que las personas jóvenes quieren consumir”, agrega Vásquez, fundador de la empresa Mas Media, señalando que los votantes jóvenes utilizan TikTok, Instagram y Facebook; por lo tanto, ellos esperan que los candidatos aborden temas de su importancia en esas plataformas.
En ese caso, asegura el estratega digital, lo que se produce es una brecha más amplia, porque las campañas políticas no han dado prioridad a este segmento poblacional.
Se tocan las últimas puertas, los anuncios suenan fuerte, y los candidatos hacen su último esfuerzo de promoción con los votantes.
Pero no solo se trata del uso de herramientas digitales, argumenta el activista Justino Mora, de 35 años; en su opinión, el problema radica en los mensajes y las propuestas que vierten los candidatos. Asimismo, cuestiona al gobierno federal al afirmar que no ha enviado señales ni acciones concretas que respalden un distanciamiento de Trump.
“Biden ha seguido muchas de las políticas negativas de Trump, especialmente las antiasilo, que han sido unas de las peores; y ha empujado la retórica antiinmigrante, el muro que quería construir Trump tampoco se ha detenido”, señala el activista que desde sus tiempos de estudiante en la UCLA aboga en diferentes esferas por la comunidad indocumentada.
Al recordar los ataques que Trump ha lanzado hacia los inmigrantes, Mora dice que le preocupa saber que hay latinos que piensan votar por el republicano. Al mismo tiempo, asegura que comprende a los votantes jóvenes y adultos que están buscando a un tercer partido.
“Es un voto de protesta al sistema de dos partidos políticos”, reconoce el joven graduado de la licenciatura en Ciencias Políticas en el 2015. “Si la campaña de Kamala Harris está diciendo: ‘voten por mí para que Trump no sea elegido’, y ese es su mejor argumento, así no va a entusiasmar a los jóvenes”, critica Mora.
Las políticas públicas en la administración Biden tampoco han incluido a los jóvenes, señala Salvador “Chamba” Sánchez, profesor de Ciencias Políticas del Colegio Comunitario de Los Ángeles. En época electoral lanzan gestos, como condonar los préstamos estudiantiles, pero se convierte en un mensaje proselitista más.
“Tuvieron cuatro años y en el último que van para afuera quieren hacer eso, cuando saben que no tienen el poder para hacerlo”, cuestiona el académico, destacando que por eso hay un desencanto con el bipartidismo. “La gente joven mira que entran y salen presidentes, pero no observan cambios que les favorezcan”.
En estas elecciones, de acuerdo a Sánchez, los jóvenes pueden enviar un mensaje contundente al sistema político; pero, sobre todo, la comunidad latina es la que tiene el sartén por el mango.
Entre las elecciones del 2016 y 2020 el apoyo de la comunidad latina subió 10% para el partido republicano, según un análisis del Centro Pew. En las últimas votaciones Trump obtuvo el 38%. El republicano con más apoyo todavía es George W. Bush, en el 2004 recibió el 40%. En cambio, los demócratas lograron el 59% en el 2020, eso es una pérdida del 7% en relación al 2016, ubicándose lejos del 72% que obtuvo Bill Clinton en 1996.
En el remoto desierto de Nevada, la hacienda Baker no podría sobrevivir sin los trabajadores migrantes que llegan cada año desde México.
“Cualquier apoyo latino superior al 35% que reciba el partido republicano es negativo para los demócratas, porque ellos lo necesitan en esta elección tan cerrada”, analiza Sánchez.
De acuerdo al académico, si los votantes latinos terminan decantándose por los republicanos o por un tercer partido no será culpa de los jóvenes, ni tampoco de esta comunidad. A su juicio es responsabilidad del mismo partido demócrata porque “los latinos no quieren votar solo contra Trump”, quieren un candidato o candidata que les convenza. “El partido demócrata tiene la arrogancia de asumir que los latinos y los afroestadounidenses no tienen a dónde ir, y creen que la gente va a votar por cualquier candidato que pongan”, abundó Sánchez.
El experto añadió que lo mejor es que el gobierno no quede en manos de un solo partido, entonces considera que la clave está en balancear el control de la Casa de Representantes y el Senado de Estados Unidos.
Entretanto, aunque Cabrera no esté de acuerdo con Harris va a respaldar nuevamente al partido demócrata, Sandoval votó de forma anticipada por un tercer partido y Camacho estaba inclinada en apoyar al partido verde otra vez.
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