Tras casi perder la vida por coronavirus, ahora ayuda a otros a abrir sus propios negocios
Los Angeles — Mireya Pérez cree firmemente que Dios le dio una oportunidad más para vivir y servirle al prójimo, esto después de que casi pierde la batalla frente al coronavirus hace cinco meses.
Ahora, con su cubrebocas puesto y a una distancia de seis pies de sus alumnos, la madre de tres menores imparte clases de floristería, donde los participantes no solo aprenden a crear arreglos para todo tipo de eventos sino también ellos florecen como emprendedores.
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“No podemos dejarnos vencer por el coronavirus, debemos salir adelante y luchar por nuestras familias”, dice la señora de 33 años.
Sin embargo, la oriunda de México no siempre pensó positivamente. Ella tuvo días “oscuros” en los que dice pensó que el coronavirus la mataría, y otros momentos en los que pensó quitarse la vida ella misma.
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Pérez tuvo que cerrar en marzo su florería de 16 años debido a la declaración de la pandemia y las ordenes de seguridad de California para no propagar el coronavirus.
En ese entonces, ella no solamente perdió sus ingresos, sino que cayó enferma de COVID-19 y terminó hospitalizada en UC Irvine Hospital, en el condado de Orange.
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Ahí, los doctores le dijeron que su vida corría riesgo, pues padece del hígado y tiene diabetes.
“Definitivamente pensé que me iba a morir de coronavirus”, dice Mireya. “Todo me parecía surreal especialmente estar en el hospital enferma de algo que los doctores no conocen”, dice.
Después de 10 días de hospitalización y regresar a casa empezó otra pesadilla; la de no poder sustentar la renta del hogar y otras facturas.
Para las madres y padres que se quedan en el hogar, es importante “desarrollar un nuevo conjunto de reglas.
“Te pones a pensar cómo vas a sacar adelante a la familia, si vas a tener que comer o si vas a contar con un techo donde vivir”, dice.
Antes de mayo, la señora quiso abrir el local que rentaba, pero el arrendador quería cobrarle dos meses de renta atrasada y ella no pudo pagarle.
Entonces, fue cuando decidió llevar el negocio al hogar y hacer algunas ventas desde ahí, pero hubo personas que criticaron sus acciones diciéndole a través de las redes sociales que su condición anterior ponía en riesgo a otros.
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“Me di cuenta de que hay mucha ignorancia sobre la enfermedad, que la gente te puede ver como leproso y temerte a pesar de que mantienes la distancia”, dice.
“Tras las críticas me empecé a deprimir, pensé entonces en el suicidio porque todo andaba mal y yo no podía hacer nada, pero me di cuenta de que esa no es la salida, y todo lo negativo lo utilicé como mi motor para arrancar de nuevo”, sostiene.
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A principios de julio, Mireya empezó a dar clases por medio de zoom cada tercer día, luego la gente comenzó a pedirle clases privadas mientras otros solicitaron clases en grupo.
Desde entonces, la emprendedora imparte clases en esos tres formatos, pero no sin antes examinar a los participantes a través de preguntas, checar su temperatura cuando llegan a las clases, imponer la regla de distancia de seis pies y proveerles con cubrebocas que deben usar todo el tiempo.
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A la vez, Mireya orienta a los participantes sobre la pequeña empresa y cómo pueden ellos empezar sus propios negocios.
“Ha venido gente desde Sacramento y Washington a mis clases. Ahora me siento orgullosa de empoderar a otras mujeres a ser independientes. Lo cierto es que las mujeres tenemos que creer en nosotras mismas y continuar hasta lograr lo que queremos”, dice Mireya.
La madre de familia aún paga su propia renta en abonos, pero afirma que esa recaída monetaria es solo una fase que muchas personas en esta pandemia están atravesando.
“Lo importante aquí es recoger la pieza y pegarlas. Se vale llorar y tener miedo, pero tenemos que recordar que si estamos vivos es por una razón”, dice Mireya.
Mireya puede ser contactada por medio de su Instagram mireyasflowersofficial o marcar al (323) 617-0324.
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