Aunque el alcalde Eric Garcetti ha extendido las pruebas a todo el condado de Los Ángeles, hacer lo mismo con los indigentes ha resultado ser mucho más difícil.
Primero tenían que sacar a Fátima de su tienda de campaña.
Los trabajadores sociales, Ciara DeVozza y Jenna Kennedy, sabían que la mujer sin hogar de 37 años tenía fiebre y escalofríos. Pero Fátima insistió en que era por la perforación en su diente, no por el coronavirus. Entonces, DeVozza y Kennedy, buscando generar confianza y persuadirla para que se hiciera la prueba, le dijeron a Fátima que podrían ayudarla a ver a un dentista.
Fátima, que es ciega, estuvo de acuerdo y fue guiada hacia el centro de un estacionamiento vacío cerca de las calles 3rd y Main.
“Lo sé, lo sé. Lo siento”, dijo Shannon Fernando, una enfermera practicante de los Centros de Salud Cristianos de Los Ángeles, mientras ella metía un largo hisopo en la nariz de Fátima. “Sólo cuenta hasta 10 y ya estarás lista. Casi termino, casi termino. Lo estás haciendo muy bien”.
Fátima lloró y agitó las manos.
“Sé que esto es incómodo”, dijo Fernando una mañana reciente. “Así que en 24 horas tendremos resultados”.
A medida que los brotes grandes y pequeños continúan apareciendo entre los residentes más vulnerables de Los Ángeles en Skid Row, un reducido grupo de enfermeras y trabajadores sociales han comenzado una búsqueda desesperada para evaluar a tantas personas sin hogar como sea posible.
“Todavía no sabemos a qué nos enfrentamos”, dijo Fernando. Hasta hace poco, “no teníamos pruebas generalizadas”.
El jueves, la directora del Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, dijo que 215 personas sin hogar habían dado positivo por el virus y que el Condado estaba investigando casos en 18 refugios.
Pero a pesar de que el alcalde Eric Garcetti ha extendido las pruebas a todos en el condado de Los Ángeles, independientemente de los síntomas, hacer lo mismo en Skid Row ha resultado ser mucho más desafiante.
Se trata de cuestiones básicas de logística. Las personas que viven en la calle no permanecen en un lugar por mucho tiempo, no siempre es fácil localizarlas y a veces no cuentan con un teléfono celular o una dirección de correo electrónico que funcionen. Entonces, ¿cómo los encuentran los profesionales médicos y los trabajadores sociales para compartir los resultados de las pruebas? ¿Y qué pasa si un individuo sin hogar es positivo y continúa propagando el virus mientras espera resultados?
También hay problemas de confianza. Algunas personas sin hogar desconfían de los trabajadores sociales y sus sugerencias debido a las promesas pasadas de vivienda y servicios que nunca se han materializado.
Pero las enfermeras y los trabajadores de extensión han decidido hacer todo lo posible para realizar más pruebas, al tiempo que reconocen que la falta de camas y habitaciones de hotel para personas sin hogar ha hecho casi imposible limitar la propagación del coronavirus.
“¿Qué tenemos en el condado de L.A.? Hay 60.000 individuos que se consideran indigentes”, dijo la Dra. Silvia Prieto, quien está coordinando la respuesta a los brotes en los refugios del Departamento de Salud Pública. “Nadie tiene tantas camas en este momento”.
Los trabajadores sociales hablan con personas sin hogar en sus tiendas de campaña en las calles de Skid Row, donde están haciendo pruebas para detectar el coronavirus.
Varias agencias están haciendo pruebas a desamparados. Entre ellos se encuentra el Departamento de Bomberos de Los Ángeles, que ha establecido un sitio emergente en Skid Row, donde la Autoridad de Servicios para Personas sin Hogar de Los Ángeles está alentando a la gente a hacerse una prueba oral. Obtener resultados lleva hasta cinco días. Más de 1.000 individuos, no todos sin hogar, han sido evaluados en el sitio desde que abrió el 20 de abril, aseguró una portavoz de Garcetti. Siete han dado positivo.
Los Centros de Salud Cristianos de Los Ángeles, a través de un contrato con el Condado, también han establecido un espacio en Midnight Mission y L.A. Mission para evaluar a los residentes. Además, Fernando y otra enfermera del centro, Carolina Maradlaga-Esguerra, están trabajando con los equipos de extensión en la búsqueda de campamentos para que las personas puedan ser evaluadas.
El mismo día que el equipo examinó a Fátima, intentaron hacerlo muchos otros. Entre ellos se encontraba Kimberly Lockett, de 61 años. Esbelta y encorvada, dijo que había estado usando heroína desde la década de 1980.
“Si tengo un lugar al que ir, me haré la prueba”, aseguró Lockett a DeVozza y Kennedy, ya que prometieron conseguirle una habitación de hotel y medicamentos para facilitar su retirada de los opiáceos. Junto a otros trabajadores sociales, ella les dijo: “Siento que me están engañando”.
Sin embargo, conseguir una habitación de hotel no es fácil. El programa estatal para trasladar a personas sin hogar a hoteles, conocido como Project Roomkey, ha tenido un comienzo lento en el condado de Los Ángeles.
DeVozza dijo que los trabajadores hicieron más de cien referencias al programa y lograron obtener habitaciones para sólo tres personas. En cambio, su empleador sin fines de lucro, The People Concern, ha estado alquilando habitaciones directamente de los propietarios de hoteles con los que ha trabajado en el pasado.
Le dieron una habitación a Lockett, pero ella todavía se negó a hacerse una prueba de coronavirus.
En otra parte del campamento, DeVozza entabló una conversación con Amaya Caraveo-Jaime, que estaba de pie, sudando en medio de un conjunto de tiendas y personas. La joven de 20 años reveló que sentía náuseas, pero le dijo a DeVozza que era adicta al fentanilo y que no estaba segura de si lo que sufría eran los efectos secundarios de la abstinencia.
DeVozza le ofreció a Caraveo-Jaime una dosis de Narcan y una caja para guardar agujas usadas. Entonces DeVozza le explicó que podía conseguirle algo para ayudarla. Una cama de aislamiento por el coronavirus proporcionada por el Condado en un hotel que podría estar disponible.
Al principio, Caraveo-Jaime pensó que era broma, pero luego se enteró de que una vez que entraba, no podía irse. Caraveo-Jaime quería saber qué pasaría si necesitaba cigarrillos y si su novio podía venir.
“Ninguno de ustedes puede ir y venir”, respondió DeVozza. “Tendrán comidas para ti”.
Al final, tanto Caraveo-Jaime como su novio se hicieron la prueba de coronavirus, pero se negaron a aislarse para esperar los resultados. Sin embargo, Caraveo-Jaime pidió una tienda de campaña para ella, así no tendría que acostarse con los demás.
Mientras los trabajadores sociales continuaban dando vueltas, identificando personas sin hogar, un hombre comenzó a perseguir a una mujer, intentando golpearla con su bastón. Los trabajadores trataron de mantener al individuo alejado de ella antes de llamar a la policía.
El incidente acortó el día de pruebas. Aún así, Fernando estaba feliz de que el equipo tomara muestras de tantas personas sin hogar como lo hicieron y consiguió números de teléfono para todos los examinados.
Los trabajadores comunitarios están haciendo todo lo posible para decirle a la gente en Skid Row que separen sus tiendas y que duerman solos, pero esas advertencias sólo llegan cuando hay demasiadas personas viviendo en espacios reducidos. Y debido a la falta de camas de hotel bajo el Proyecto Roomkey, todavía hay una demanda de grandes refugios. Un brote provocó más de 100 casos entre los residentes y el personal sin hogar en las últimas semanas.
Mientras más de 1.100 personas vivían en Union Rescue Mission antes de la pandemia, ahora se redujo a 320, reveló el reverendo Andy Bales, CEO de ese lugar. El Condado está comenzando a trasladar a la gente al refugio desde el aislamiento, pero Bales dijo que el número de residentes probablemente crecerá a unos 600 individuos.
El Dr. Coco Auerswald, profesor asociado de UC Berkeley, señaló que es difícil prevenir la propagación del coronavirus en los grandes refugios comunales. Es por eso que es importante que los funcionarios de salud pública tengan una idea clara de quién está y quién no está enfermo, particularmente entre la población sin hogar que a menudo tiene condiciones preexistentes que los hacen mucho más susceptibles al COVID-19.
“Las personas necesitan saber por qué tienen esos síntomas”, manifestó Auerswald.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades el mes pasado dijeron que las pruebas regulares deberían considerarse en los refugios. “Examinar a todas las personas puede facilitar el aislamiento de los individuos infectados para minimizar la transmisión continua en estos entornos”, afirmó la agencia.
En este momento, lo que se necesita desesperadamente en Skid Row son pruebas rápidas que pueden arrojar resultados en minutos, no días, expuso Fernando.
“Intentar localizarlos 24 horas después se está volviendo realmente difícil”, reveló Fernando. “El seguimiento de la notificación se ha vuelto bastante complicado”.
El día después de examinar a las personas en el campamento de Skid Row, Fernando y Maradlaga-Esguerra regresaron antes de las 7 a.m.
Junto con algunas otras enfermeras, habían establecido lo que vagamente parecía una cabina que se podría ver en una feria del Condado, excepto que cada una estaba ataviada con plexiglás y guantes de goma grandes para administrar pruebas de coronavirus sin tener que cambiar constantemente su equipo de protección personal.
Querían examinar a todos los que habían dormido en el patio de Midnight Mission. Los que habían pasado la noche sobre el concreto frío ahora se alineaban para recibir una prueba voluntariamente. Después del hisopo nasal, cada uno recibió un brazalete verde para mostrar que habían sido examinados. Algunos dejaron sus números de teléfono. Se les dijo que regresaran al día siguiente por los resultados.
Para James Olley, de 60 años, era la primera vez que se hospedaba en Midnight Mission. Recientemente se había mudado de Fresno en busca de trabajo. Dijo que la prueba fue un poco incómoda, pero no más que el piso frío en el que durmió esa noche.
“Si me va a hacer entender lo que necesito hacer, puedo soportarlo”, manifestó. “No tengo síntomas, pero siempre dicen que podrían llegar después”.
Olley luego salió a las calles de Skid Row para encontrar una ducha y comida.
Cuarenta y una personas fueron examinadas esa mañana. Dos fueron positivos.
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