Duelo sin funeral: Con más restricciones por el coronavirus, las familias toman decisiones desgarradoras para despedir a sus seres queridos
A medida que crecen las restricciones contra el coronavirus, los funerales se retrasan debido a las medidas de distanciamiento social y las familias se quedan esperando para enterrar a sus muertos.
Mientras su padre moría de insuficiencia cardíaca congestiva, este mes, Mary Jo Dixon le preguntó qué tipo de funeral quería. Glenn Wilson, de 78 años, pidió unos himnos antiguos. “In the Garden”, cantada por Andy Griffith. “The Old Rugged Cross”, de Alan Jackson. Por favor, que el servicio termine, solicitó, con “Amazing Grace”. Su pastor bautista oficiaría. No quería ser cremado; ya había pagado un terreno en el cementerio.
Dixon garabateó los pedidos en un cuaderno de espiral con las palabras “Bendito más allá de lo imaginable” en la portada. Qué bendición, de hecho pensó, poder planearlo con él durante el mes que estuvo en cuidados paliativos.
Corrección:
9:48 a.m. mar. 29, 2020An earlier version of this article quoted Mary Jo Dixon as saying, “My worst fear came through today.” She actually said: “My worst fear came true today.”
Wilson finalmente murió en su casa en Marysville, Washington, este pasado domingo. Su gran familia -él era uno de 12 hermanos y tenía cuatro hijas, cada una con su propia descendencia- esperaba realizar un funeral el sábado.
Pero esta semana, en medio de los dramáticos intentos para detener el nuevo coronavirus, se instó a todos en el país a quedarse en casa. El presidente Trump advirtió en contra las reuniones de más de 10 personas, una medida que incluye los funerales.
Lo que siguió para la familia de Wilson fue una serie de decisiones desgarradoras sobre el funeral: ¿Cómo elegir a las pocas personas que podían asistir? ¿Se puede posponer? ¿Debería ser transmitido en vivo? Todas estas interrogantes se volverán cada vez más comunes para los estadounidenses en este nuevo mundo incierto a raíz del COVID-19.
“Honestamente, no estoy segura de poder cumplir los deseos de mi padre”, consideró Dixon el martes, con la voz quebrada.
El lunes, el día después del deceso, el director de la funeraria la llamó y dijo que el servicio planeado, con más de 150 personas, no podría realizarse; deberían considerar un límite de 25 individuos. Dixon no podía imaginarse rechazar a sus seres queridos.
Así, consideró posponerlo, esperando que las restricciones se levantaran pronto. Pero con las crecientes órdenes contra la vida pública, que aumentan aparentemente cada hora, esa esperanza se desvaneció rápidamente. El cuerpo de su padre estaba en la funeraria, y ella sabía que sus restos sólo podían conservarse durante cierto tiempo.
“Nos damos cuenta de que esta es una situación muy real, por lo cual no es que no estemos de acuerdo con lo que está sucediendo”, agregó Dixon el martes. “Sin embargo, es mi padre, y quiero honrarlo... Tengo una gran ansiedad porque no puedo hacer planes”.
En todo el país, los directores de funerarias afirmaron que la rápida propagación de la enfermedad y el cierre de las reuniones públicas habían alterado su trabajo y dejado a las familias dolientes en un limbo.
Muchos directores se negaron a celebrar servicios funerarios en capillas o se ofrecieron a hacer entierros pequeños, junto a la tumba, limitados a 10 personas. Otros pasaron de los ataúdes abiertos a transmitir los servicios por video, con el cuerpo de los seres queridos fuera de la vista.
“Este es un terreno completamente nuevo”, reflexionó Amy Cunningham, una directora de funerales con sede en Brooklyn que dirige Fitting Tribute Funeral Services.
Si una familia quisiera una gran ceremonia, podría “tener pocas opciones; una de ellas es simplemente firmar formularios de autorización y dar su permiso para que se incinere el cuerpo”, señaló.
Esta semana, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron la transmisión de funerales por video y limitaron la asistencia física a la familia inmediata. También aconsejaron a los directores de funerarias y a quienes tocan los cuerpos de personas que murieron por coronavirus que usen equipo de protección, incluidos guantes desechables.
Algunos directores de funerarias recurrieron al empleo de una doble bolsa para manipular cuerpos, usando máscaras y apelando a la limpieza de bolsas mortuorias, incluso para aquellos que fallecieron por causas distintas al coronavirus, indicó Walker Posey, portavoz de la Asociación Nacional de Directores Funerarios, un grupo de la industria.
“Teníamos dos servicios próximos que serían grandes y públicos, pero ya no ocurrirán así”, agregó Posey, director de funerales de cuarta generación en Posey Funeral Directors en North Augusta, Carolina del Sur.
“Las familias decidieron recortar y posponer las grandes invitaciones, para que ahora todo sea privado. Teniendo en cuenta lo que sucede, no es una mala idea”, resaltó Posey. “Está la oportunidad de llorar una muerte ahora, y luego tener una reunión más positiva meses después, cuando las cosas se ralenticen, para recordar al ser querido”.
En el condado de Dougherty, Georgia, este martes los funcionarios de salud pública dieron el paso extraordinario de nombrar a dos hombres en cuyos funerales recientes, se cree, se propagó el virus. Los servicios, realizados en iglesias separadas, fueron manejados por la misma funeraria de Albany.
El forense del condado de Dougherty, Michael Fowler, le dijo a The Times el miércoles que ha habido al menos tres muertes relacionadas con los funerales en los que hay sospechas de coronavirus.
El proceso de duelo ya ha cambiado en todo el mundo. En Italia, donde los periódicos se vieron obligados a agregar más espacio para los obituarios, los crematorios funcionan las 24 horas y los servicios se llevan a cabo sólo con un oficiante y un empleado de una funeraria.
Si has sido infectado con el coronavirus, las posibilidades de que te enfermes gravemente dependen de muchos factores.
En California, donde había 19 muertes relacionadas con el virus hasta el jueves por la tarde, el almacenamiento de cuerpos no es actualmente un problema, admitió Bob Achermann, director ejecutivo de la Asociación de Directores Funerarios de California. Pero la capacidad “no es inagotable”, alertó.
La gente tendrá que acostumbrarse a los funerales virtuales si las restricciones se prolongan durante semanas o meses, como parece probable, agregó. A pesar de los ajustes, Achermann reflexionó: “La vida continúa; la muerte también”.
En Forest Lawn, que maneja seis parques conmemorativos y cinco centros de planificación en todo el sur de California, los funerales actualmente están limitados a 10 personas, con transmisión en vivo gratuita y se han mejorado los protocolos de limpieza, indicó el portavoz Tom Smith. En los servicios transmitidos en vivo no hay primeros planos de los cuerpos, aclaró. Las familias han sido notablemente comprensivas. “No es la situación que encuentro cuando voy a Ralph’s, que es un momento loco”, dijo, haciendo referencia al acaparamiento y las multitudes en los supermercados locales. “Aquí, los modales de la gente han sido encantadores. Pese a que están pasando por un momento muy difícil, vienen aquí y son amables. Nuestros empleados son totalmente comprensivos y empáticos”.
Char Barrett dirige el servicio funerario A Sacred Moment en Everett, Washington, en el área de Seattle, muy afectada por el virus. Las cosas pequeñas, señaló, han sido las más difíciles. Cuando una familia afligida entra a su oficina, ya no tiene galletas y chocolate caliente para ellos debido a las restricciones en los negocios que sirven comida. “Esas galletas son un consuelo”, reflexionó. “Eso es parte de nuestro trabajo: ayudar a las personas a sentirse un poco mejor en la peor semana de sus vidas. Y se está poniendo difícil”.
Barrett maneja el servicio para Glenn Wilson. Después de tres días de incertidumbre, pudo darle buenas noticias a la familia el miércoles: podrían tener un entierro el sábado, con 50 personas, ya que sería al aire libre. Barrett enviará a cinco empleados para imponer seis pies de separación entre los asistentes, dará toallitas desinfectantes a cada pariente y colocará carteles alrededor del cementerio sobre el distanciamiento social.
La familia realizará un servicio mucho más grande después, adelantó Dixon, hija del fallecido. Su papá, camionero y callado, “un alma gentil”, estuvo en un centro de cuidados paliativos durante un mes.
En un momento, Dixon, quien no había salido de su casa por días, se aventuró a buscar papel higiénico. Probó en tres tiendas antes de terminar en un Walmart donde todavía no había rollos. De pie en la fila, detrás de una mujer con un paquete de Angel Soft, le dijo que había tenido suerte de encontrar papel higiénico, que su padre estaba muriendo en su casa y que no podían encontrar ninguno. La mujer le cedió el paquete.
“Le dije: ‘Oh, eres mi ángel hoy’”, comentó Dixon. “Simplemente eso muestra lo amable que puede ser la gente. Así era mi papá”.
Mientras los planes del funeral seguían cambiando, Dixon trató de explicarle la cuestión a su madre, que tiene demencia. A veces ella entiende; a veces no, y vuelve a la habitación donde él murió, para buscarlo. En los días difíciles después del fallecimiento, Dixon trató de calmar a su madre con las repeticiones de “The Andy Griffith Show”, en Netflix.
Glenn y Louise Wilson hubieran cumplido 60 años de casados este verano. Se conocieron cuando ella tenía 13 años y él 14. Él estaba arreglando un automóvil en el estacionamiento de una gasolinera, y ella llegó montando a caballo.
Glenn le dijo a una enfermera justo antes de su muerte que, de alguna manera, terminaron yendo juntos a un baile.
“Fuimos allí”, relató, “bailamos toda la noche, y nunca más quise dejarla ir”.
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