En esta iglesia, muchos ven una aparición divina de la Virgen de Guadalupe en el cemento
Hace un año en Artesia, los fieles dicen que Nuestra Señora de Guadalupe se apareció en una mancha de la acera fuera de la Iglesia Católica de la Sagrada Familia. Desde entonces han salvaguardado la imagen de la patrona de México.
Los feligreses de la Iglesia Católica Holy Family, en Artesia, salieron a la fría oscuridad de la madrugada para mirar la mancha en la acera.
Pocos minutos antes habían presenciado el espectáculo de la misa de las mañanitas, con bailarines aztecas emplumados e himnos tradicionales para celebrar la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, la adorada patrona de México.
Ahora miraban a la jefa misma, no en vivo, claro, sino en el cemento. Para los fieles de esta iglesia, la virgencita brilla en una mancha debajo de sus pies. Y así ha sido, sostienen, desde hace un año.
Fue en diciembre pasado, justo después de esta misma misa, cuando Guadalupe comenzó a adornar esta acera, afirman los miembros de Holy family. Peregrinos vinieron de todo el sur de California y los periodistas mostraron reportes irónicos.
El sitio parecía destinado a unirse a la lista de lugares olvidados del sur de California donde los creyentes afirmaban que la Patrona de las Américas se había presentado.
Pero la imagen nunca se desvaneció.
Eso se debió, en parte, a los feligreses, que crearon un pequeño santuario e incluso colocaron cuatro torres de tráfico alrededor del lugar, para protegerlo de los peatones desprevenidos que sólo ven una mancha. El agua que fluye de los aspersores de la rectoría repone la imagen de Guadalupe cada noche, trazando sus contornos extraños.
No se permiten velas votivas dentro del santuario porque la cera derretida “podría arruinar su integridad”, comentó el padre John Cordero.
Entonces, ¿cómo es que algunas personas ven a la Virgen de Guadalupe en esa humilde mancha de agua? ¿Y sus remolinos oscuros? Es su túnica exterior, de color azul verdoso. ¿Y las manchas más claras en el centro? La túnica rosada de Guadalupe, su rostro beatífico y sus manos juntas, en oración. ¿Los bordes sombreados? Los rayos de luz que siempre rodean a Lupita.
La gente se presenta para rendir homenaje; se arrodillan y humedecen sus dedos en el agua turbia para ungirse.
En comparación, los dos santuarios oficiales -más grandes- de la Virgen de Guadalupe en la iglesia, una estatua cerca de los confesionarios y una fuente en la parte posterior, parecen solitarios.
Leticia Suárez, de 48 años, vive calle abajo y cuida las flores que se dejan afuera a diario. La gente ya atribuye milagros a esta Guadalupe: curación de la artritis, pedidos de ciudadanía otorgados, facturas que se pagan mágicamente. Briseida Gómez guarda una rosa seca en su oficina, que una vez tomó del charco. Todavía emite un aroma fragante. “Ella nos está diciendo”, expresó Gómez, “que no hay que perder la fe”.
Titulares de Hoy
El padre Cordero no considera lo que está frente a su rectoría una ‘aparición’, sino una ‘señal’ de algo superior. “No sabemos cómo funciona el Espíritu, pero eventos como este nos llevan a pensar en una realidad superior”, comentó, y señaló que incluso los no católicos pasan y se detienen en el lugar.
En Estados Unidos se han reportado apariciones de la Virgen María sobre cosas terrestres -en tortillas o sándwiches de queso a la parrilla, escondida dentro de una valla publicitaria en Nueva Orleans, o como parte de un paso subterráneo de Chicago- durante décadas. Pero en los últimos años, a medida que el catolicismo estadounidense se ha vuelto cada vez más latino, y especialmente mexicano, es la manifestación de María como Guadalupe la que más ha surgido.
Eso no sorprende a Timothy Matovina, un profesor de teología de Notre Dame que se especializa en el catolicismo latino. “Durante 500 años, ella ha acompañado fielmente a su gente en este choque cultural y encuentro de pueblos llamados América”, afirmó. “Dado que ella les ha sido fiel, ellos son fieles a ella; de hecho, son devotos de ella y buscan su acompañamiento en todas las alegrías y crisis de la vida”.
Aunque es un área donde la ciudad más grande lleva el nombre de una Virgen -el nombre original de L.A. era El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles- Los avistamientos de Guadalupe en el sur de California son raros.
En 1992, un sacerdote episcopal celebró servicios religiosos debajo de un olmo chino enfermo, en North Hollywood, en el que según él la savia había recreado la forma de la virgen. Ese mismo año, cientos afirmaron haber visto a Guadalupe en la suciedad de la ventana de una cocina en Oxnard.
Santa Ana fue anfitriona de dos efigies en esa década: en un azulejo de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, y dentro del vidrio esmerilado de un departamento. Y en 2006, los trabajadores de una fábrica de chocolate de Fountain Valley anunciaron que los goteos de una máquina se habían endurecido con la forma de la madre de Dios mexicana.
La Arquidiócesis Católica Romana de Los Ángeles históricamente ha desaprobado tales reclamos de los laicos. En 2006, su entonces portavoz le dijo a The Times: “La iglesia alienta a los cristianos a ver el rostro de Cristo en los indigentes, los pobres, los que menos tienen y los inmigrantes, no en un plato de pasta”.
Pero Ernesto Vega, coordinador de la arquidiócesis para la formación de la fe en adultos para los hispanohablantes, es más comprensivo. En su ciudad natal de Jiquilpán, en el estado mexicano de Michoacán, los residentes construyeron un santuario alrededor de una roca que, según ellos, representa a Guadalupe.
¿Y qué piensa de la venerada mancha de agua de Holy Family? “Puedo ver muy bien que es la forma de Nuestra Señora”, respondió Vega. “Pero no podemos decir en este momento que sea una manifestación auténtica, a menos que haya un movimiento de conversión de pecadores o transformación en la comunidad”.
Además, mencionó el concepto de pareidolia, el término psicológico que describe cómo los humanos piensan que ven patrones o imágenes en lugares aleatorios. Y señaló que el proceso oficial de la Iglesia Católica para verificar una aparición divina es largo y rara vez tiene éxito; la única aparición aprobada de la Virgen María en suelo estadounidense ocurrió en lo que ahora es el Santuario Nacional de Nuestra Señora del Buen Auxilio, en Champion, Wisconsin, y tomó más de 150 años para que los funcionarios de la iglesia lo verificaran.
“El tiempo dirá si es auténtico”, remarcó Vega. “Algunas personas se cansarán”, pero si la fe de los creyentes “crece y continúa, entonces se trata de otra cosa”.
El ojo objetivo, o cínico, ve una acera que se hunde lentamente en el exterior de la rectoría de la Sagrada Familia, donde los guadalupanos insisten en que está María; saben que las aceras son especialmente propensas a las manchas y los descuidos. ¿Y la Virgen de Guadalupe? No, más bien son depósitos minerales que quedan después de años, si no décadas, de evaporación de agua, y que un feligrés colmado de fe notó un día y declaró como divino.
Los fieles no creen en esa explicación. Edel Bolaños asistió a la misa de mañanitas junto con su esposa y un amigo. “Ella apareció, y no se ha ido”, sentenció. “Si fuera algo natural, se habría ido hace mucho tiempo”.
“Es algo maravilloso”, señaló Irma Pérez, cuya hija asiste a la escuela Nuestra Señora de Fátima, de la iglesia. “Esto simplemente confirma nuestra fe”.
Edward Rodríguez, residente de Artesia de toda la vida, espera “obtener un milagro”. Dijo que muchos veteranos residentes latinos se han mudado a medida que los precios de la vivienda en Artesia aumentan, y los inmigrantes más adinerados llegan al lugar. “Ya no vemos mucha raza en la iglesia como antes”, dijo el hombre, de 52 años.
Pero Holy Family es “vibrante”, según el padre Cordero. Y lo que más agradece de la nueva Guadalupe de su parroquia es la forma en que “nos ha sostenido como un todo”, algo que une a las diferentes comunidades de la iglesia.
La misa se celebra en inglés, español, tagalo, portugués y chino. Santuarios separados para Nuestra Señora de Fátima, San Lorenzo Ruiz -venerado por los filipinos- y Guadalupe llenan el interior y el exterior de la iglesia.
“Todos usualmente concurren a sus propios servicios”, indicó Suárez, quien asistió a Holy Family durante más de 30 años y bautizó a todos sus hijos allí. “Pero aquí afuera, todos se unen”.
Gigi Manzanilla fue una de los primeras feligreses en llegar a la misa de las mañanitas. La inmigrante filipina tiene más de 500 fotos del santuario, que comparte en las redes sociales, y dijo que ha experimentado sus propios y modestos milagros desde diciembre pasado: la reconciliación con sus parientes y un año estupendo a nivel comercial. “Toda nuestra fe ha sido fortalecida por ella”, afirmó Manzanilla, quien lucía alrededor de su cuello un pañuelo de seda con la imagen de la Virgen de Guadalupe. “Mamá Mary es para todos”.
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