Los separaron las leyes, pero los juntaron las oraciones: Padres e hijos reunidos después de décadas
Los Angeles — El calor era intenso en el sur de Los Ángeles, pero no por su clima de arriba de los 90 grados que marcaba la escala, sino porque decenas de padres de familia e hijos que no se habían visto por décadas -debido a la falta de documentos legales- finalmente pudieron abrazarse una vez más.
“¡Mamá!….”, gritó Clara Iturbe con voz ahogada al ver a su madre, la señora Tomasa.
“Te extrañé tanto”, dijo Clara mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Las miradas se encontraban y parecían comunicarse entre sí la falta que ambas se habían hecho durante 20 años.
Limpiándose las lágrimas Tomasa contó que le había dicho a su hija, en aquel entonces de 23 años, que si Estados Unidos no le gustaba se regresara, pero nunca lo hizo.
“Estamos en comunicación desde entonces, pero no es lo mismo tener a tu hijos a lado tuyo, saber que los puedes ver”, dijo Tomasa, quien también abrazó a su nieta de 14 años de edad y otro nieto de 15.
“Pensé que nunca iba a volver a ver a mi hija… pensé que me iba a morir. Me perdí de cumpleaños, de cuidar a los nietos, de verlos crecer, de ayudarle a mi hija, pero las oraciones me han vuelto a unir con ella”, sostuvo Tomasa.
Armando, padre de Clara y esposo de Tomasa también lloró junto a su hija y nietos.
“Se nos fue toda una vida, pero ya estamos juntos otra vez”, señaló.
Clara agregó que su situación irregular en Estados Unidos le impidió ver a sus padres, pero el sacrificio fue necesario para poder proveer para sus hijos.
“Los veo y siento que estoy soñando… me invade el corazón de felicidad”, dijo Clara.
Antes del encuentro
Antes de bajar del autobús y ver a sus hijos de este lado de la frontera, unos 68 adultos mayores de edad acordaban entre sonrisas tímidas y emocionadas, que el no ver a sus hijos por años fue un martirio.
Durante ese periodo, sus cabezas se cubrieron de canas entre preocupaciones, recuerdos, añoranza y fe de volver a verlos al menos una vez más.
Ahora, con visa de turista en mano y su permiso para permanecer algunos días en Estados Unidos, los padres bajaron a paso lento de dos autobuses para entrar a un salón de fiestas. Ahí los esperaban sus seres queridos de este lado de la frontera.
Una tela dorada separó a padres e hijos por última vez. Los comentarios de un anfitrión les sirvieron para aliviar la tensión.
Con un ramo de flores en mano cada hijo agudizó la vista para encontrar a su padre o madre, pero no sin antes un conteo de 10 segundos para tirar la cortina, lo que incrementó las emociones y los sentimientos.
3, 2, 1, 0
Cayó la cortina de años y se empezaron a buscar las familias. Como una lluvia de agua templada, se mesclaron las risas, los llantos, los besos y las palmadas en la espalda.
En palabras de los participantes, no había oraciones que pudieran describir el ver a un hijo o una madre después de muchos años.
Tres hijos tres vidas
Andrés Castañeda casi nadaba por la multitud de gente para abrazar a su madre, la señora Tomasa Valencia.
Por su parte, la señora Valencia soltó un grito que pareció haberse escapado directo del corazón. “Papacito, tenía tanto miedo, pensé que no te iba a volver a ver”, le dijo a Andrés, quien trataba de grabar el momento con su celular.
Antes de abrazar a Andrés, la madre de familia ya había abrazado a su hija Silvia y su hijo Manuel, todos ellos llevaban sin ver a su madre casi 20 años.
“No sé cómo explicar este momento. Solo sé que el corazón quiere salirse de su lugar. Tengo ganas de llorar, de besarla, abrazarla, es un regalo que no tiene precio”, dijo Andrés.
Por su parte, sostuvo Manuel: Todos queremos estar con ella, la queremos llevar a Disneyland y Las Vegas. Queremos que se sienta feliz… los sentimientos son encontrados, pero lo importante es darle mucho amor”.
Solo una madre sabe
Rocio Garcia llegó para ver a su hijo Martin, a quien no veía desde hace 17 años.
“La que no es madre no se lo imagina, pero una madre siente una emoción inexplicable al saber que vas a estar con tus hijos. Mis oraciones fueron escuchadas”, dijo Rocio.
Martin lleva más de 30 años viviendo en Estados Unidos, pero dejó de viajar por los cambios administrativos y el refuerzo de agentes en las fronteras.
“Estoy feliz de ver a mi mamá aun llena de vida. La voy a llevar a San Francisco a pasear y a que vea a una hermana que tiene y que tampoco ha visto”, dijo Martin.
El evento
Las organizaciones sin fines de lucro Fuerza Femenina Mexiquense (FFM) y Unidos por Almoloya trabajaron para que los padres de familia del Estado de México pudieran obtener su visas, y visitar a sus hijos por tres semanas. El evento forma parte de varios esfuerzos anuales para reunir a familiares que no se han visto por mucho tiempo.
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